El duelo del 27-M, a siete bandas Un tripartito electoral sugestivo, pero muy improbable

En el 2003 concurrieron en el municipio de Ponferrada ocho candidaturas de diverso signo. La dispersión de listas, según muchos observadores, provocó entonces que los pequeños partidos se quedarán fuera de la Corporación municipal en beneficio de la bipolarización PP-PSOE. A cuatro meses para los próximos comicios del 27 de mayo la única formación que no está claro que vuelva a acudir a la cita con las urnas es Izquierda Republicana. Los dos grandes, y por supuesto IU, los bercianistas del PB y del PRB, no se la perderán. Lo mismo que por ahora la gran novedad en la parrilla de salida, el MASS-UPL, que ocupa el lugar desde el que hace cuatro partieron en solitario los leonesistas abanderados por su principal líder, Joaquín Otero. Además, Alternativa Comarcal Democrática (ACD), la agrupación creada por el ex edil de IU, Antonio García Regueiro, se sumará a los «fijos», de una forma u otra. La única incógnita en estos momentos se centra en si a diferencia de lo ocurrido en el 2003 se producirá una tendencia a la concentración como la que ha seguido el MASS de Ángel Escuredo o si frente al fracaso de las últimas conversaciones para alcanzar alianzas, la atomización en busca del voto de los ponferradinos será aún más portentosa. Descartada casi totalmente la conexión a tres bandas del Partido del Bierzo con el MASS y la UPL -por antinatural-, en las últimas semanas se ensaya otra carambola que supondría la aglutinación de un número hipotéticamente relevante de electores a través de la comunión entre el propio PB, Izquierda Unida (IU), y la ACD de Antonio García Regueiro. De cinco a siete, y Álvarez En esta coyuntura, las papeletas entre las que tendrían que optar los ponferradinos dentro de cuatro meses serían, además de las del supuesto tripartito o no, las del PP, PSOE, PRB y MASS-UPL. Toda vez que ya está descartado que el ex-alcalde Ismael Álvarez compita con una lista independiente, que seguramente habría condicionado sobremanera el resultado final. La concentración respecto a los comicios del 2003 sería un hecho y las probabilidades de acabar con una representación bipartidista se dispararían. En una medida, probablemente, inversamente proporcional a lo que ocurriría si no hay pactos. Entonces en la línea de partida hacia el 27-M, aparecerían los populares de Riesco, los socialistas de Saavedra; Escuredo y Fátima López Placer al timón del MASS-UPL; y cada uno por su lado, el PRB del ignífugo Tarsicio Carballo; Iván Alonso encabezando el PB; Miguel Ángel Fernández como candidato de IU, y Antonio García Regueiro abanderando un proyecto idéntico o casi calcado al de la ACD. Por el camino Unos y otros tendrán que sortear un trazado sinuoso en el que saldrán al paso cuestiones como las urbanísticas, ligadas a la aprobación del PGOU y a las sentencias contrarias a ordenamientos como el de La Rosaleda; así como una recta final probablemente salpicada de inauguraciones de tanto calado como los nuevos puentes sobre el Sil y el Boeza, e imprevistos para todas las formaciones, como los que suelen jalonar de forma ineludible la concurrencia a las urnas. También es de esperar propuestas en todos los campos, y promesas, muchas promesas. Lo mismo que visitas en busca del último golpe de efecto, muchas veces para los convencidos más recalcitrantes. Tal vez de Zapatero, de Rajoy... Los analistas políticos locales coinciden en que una alianza electoral entre IU, PB y ACD sumaría en las urnas. Votos de tendencia progresista, bercianista y con una media de edad esencialmente joven. El «tripartito», que está más en la habitual fiebre de movimientos preelectorales que en la cruda realidad, tiene sin embargo pocas posibilidades de alcanzar una feliz gestación. Lo más probable es que Iván Alonso (PB), Miguel Ángel Fernández (IU) y el siempre sano idealista Antonio García Regueiro (ACD) peleen por su cuenta.