Cerrar
Publicado por
JOSÉ A. ÁLVAREZ FIERRO
León

Creado:

Actualizado:

«HALA, venga, te das una ducha y a ver si te calmas». Esta frase tan utilizada en el mundo del fútbol por los entrenadores tras cambiar a un jugador que, además de no tener su día o no estar centrado en donde debe, encima su actitud sobre el césped es la de una persona, como coloquialmente se dice, pasada de revoluciones, puede trasladarse perfectamente al panorama político actual, en cuyo terreno de juego la falta de disciplina táctica y las reiteradas faltas y agresiones al contrario entorpecen continuamente la fluidez y correcto desarrollo del juego. Vamos, que desde las gradas estamos asistiendo y a la vez reprobando un espectáculo bochornoso, con abundantes pinceladas esperpénticas; y lo peor de todo es que los que están sobre el césped, o no hacen ni puñetero caso a la afición soberana, o a ver si es que se creen que lo están haciendo de fábula, o también puede ser que -y esto ya sobrepasaría con creces el límite hacia la irracionalidad- lo estén haciendo rematadamente mal a sabiendas de que es así -¿prevaricación demencial del intelecto?-. El caso es que entre el «fenómeno poltergeist» de la Ermita de la Santa Cruz en Montes de Valdueza y la encomiable campaña de marketing y publicidad que algunos están haciendo de Las Edades del Hombre en Ponferrada, a uno le viene a voz de pronto a la mente la idea de que, efectivamente, hay quien es posible que todavía no haya abandonado la desconcertante etapa de otra edad, la del pavo. Y si bien arduo y largo es el camino hacia la madurez política, ésta nunca podrá llegar en su más amplia acepción si no viene precedida de una madurez del ser. Jugadores y jugadoras del equipo «popular» y jugadores y jugadoras del conjunto socialista, ya que a medida que avanza el choque -y nunca mejor dicho- parece que el entrenador cada vez pinta menos, háganle al menos algo de caso al árbitro, representado en este terreno de juego por la ciudadanía, la verdadera portadora del silbato, y que a este paso no le va a quedar más remedio que suspender el partido y ordenar la retirada de los jugadores a la caseta con el fin de que se tranquilicen, se relajen y, sobre todo, reflexionen sobre los lances del juego. Y sólo cuando de verdad hayan analizado su actuación y sinceramente estén dispuestos, no sólo a volver al «fair play», sino a aportar y contribuir con lo mejor de cada uno a la exhibición de un espectáculo de «primera categoría», quizás el colegiado les inste de nuevo a saltar al campo y pite la reanudación del encuentro.