LA TRILLADORA
A P Lear
¿ES UNA logia? ¿Un lobby? ¿Una multinacional? ¿El nuevo partido político del Padre Apeles? Bromas aparte, la APL es sencillamente la Asociación de Periodistas de León, que viene de presentar a los medios de comunicación su recién elegida Ejecutiva y el nuevo logo corporativo, y nunca mejor dicho en este gremio tan ávido de dicha cualidad. Todo quedaba, pues, entre periodistas, ¡qué peligro!, que dirían algunos, a pesar de que el verdadero peligro no se encuentra en el Periodismo en sí, sino en la forma de ejercerlo o hasta donde a uno le dejan o es capaz de llegar. Y es que a veces, los primeros en exigir al profesional la universitaria objetividad, no son precisamente los últimos en machacarle con maliciosas prácticas subjetivas o barriobajeras maniobras. Y como haberlas «haylas» en todas partes, también es a veces el propio periodista el que se entroniza y desde el pedestal al que una tentadora vanidad le ha aupado, se pone a impartir justicia, a repartir vítores y capones. Pero al margen de estas apreciaciones, de lo que realmente adolece este gremio periodístico es curiosamente de uno de los pilares básicos de cualquier profesión: la falta de conciencia colectiva, que a su vez desemboca en una falta de unidad y en la ausencia -rota muy excepcionalmente- de corporativismo. Sin duda el comenzar a recortar terreno a este respecto e ir inclinando la balanza hacia el lado opuesto, es un reto y ha de ser un fin de la APL. Ya va siendo hora de que el Periodismo y los periodistas empiecen a defenderse y a respetarse a sí mismos, y para ello no queda otra que empezar por defender y dignificar a la propia profesión. La práctica del Periodismo debe ser una más, como lo son la de la medicina, la abogacía, la arquitectura o la ingeniería -por citar algunas de las profesiones colegiadas con solera- y uno es consciente de que el camino hacia esa meta es, no sólo largo, sino también espinoso¿ pero algún día había que echarse la mochila a cuestas e iniciar esa peregrinación intramuros. Siempre ha sido ésta, la periodística, una profesión que se ha pasado la vida denunciando las lacras e injusticias sociales, y en cambio ha sido incapaz de atacar o rebelarse contra las suyas propias. Y como aquí no hay sindicatos que puedan advertir de las deficiencias y precariedades en el ejercicio profesional del periodista -que es un ciudadano más que también paga impuestos e hipoteca-, él mismo ha de empezar a defenderse. Suerte a la APL en su difícil pero ilusionante singladura y¿ APLear.