SILLA BAJA
Leyendas de la braña
DE LAS CÁLIDAS VELADAS del pasado invierno, recuerdo algunas historias de transmisión oral, recreadas con ligeros matices o variantes en ambas vertientes de la cordillera de Gistredo, recordadas con precisión admirable por mi madre y por su amiga y homónima Encarna de Salientes, a quien su abuelo Lorenzo y también su padre que tuvo rebaño de yeguas y ovejas en cuya compañía y cuidados pasaba el invierno, desde Octubre a la primavera en Extremadura, le contaban historias de la trashumancia y otras de las brañas de Gistredo, algunas tiernas y bucólicas como la del niño pastor que se quedó dormido en la robleda de Basigondo y fue despertado por los juegos de los oseznos. Cada valle tenía su leyenda en la cordillera custodiada por el Tambarón, El Nevadín, El Coto, El Suspirón y el más respetable de todos, Catoute. Una de ellas, trágica, se sitúa en la braña del valle que separa Valseco y Salientes, cerca de la peña de Valdeiglesia, donde fue asesinada una brañera que vivía a tiempo parcial en el chozo, ordeñaba las vacas en la campera, las echaba al pasto, cenaba leche cuajada antes de poner las ollas en el arroyo al fresco para que no se cortara la leche, al amanecer volvía a ordeñar las vacas y bajaba para el pueblo de Salientes cargada con la leche para hacer el queso y la mantequilla. Esa era su vida hasta que se la quitó un pretendiente despechado y la enterró en la Braña, el mismo que al regresar de prisión años más tarde, repetía como un sonámbulo aquella cantinela: ay braña la pena/nunca yo te conociera/ por haberte conocido/tengo el alma prisionera. Asentía mi madre recordando que en Noceda el tío Carvajal también dejaba por la noche las ollas de leche en el río y algunos mozos se la bebían, como jugando, hasta el punto que él les amenazó con un viejo revólver olvidado. Ellos partieron una vieja olla y fueron a darle esta serenata: ponte firme Carvajal/con esa fuerte pistola/que te venimos los mozos/con los cachos de la olla. Estas historias de la sierra cuya biodiversidad sorprende a un estudioso de Vigo que la visita asiduamente, pueden animar un poco más el sendero ya de por sí deleitoso de los caminantes que ascienden desde Noceda hasta las peñas de Lagualta, atraídos por las fuentes medicinales de aguas oligominerales y bicarbonatadas sódicas que lo curan casi todo, incluidos algunos achaques del alma.