El escritor recibe el homenaje del IEB y hoy inaugura una calle con su nombre en La Rosaleda
Raúl Guerra Garrido: «El Bierzo es mi paraíso perdido porque no vivo aquí»
El último Premio Nacional de Literatura es «pesimista» sobre el final del terrorismo
Raúl Guerra Garrido acaba de recibir el Premio Nacional de Literatura y el Premio Castilla León de las Letras, ha sido finalista del Premio Planeta y ganador del Premio Nadal. Pero ayer se emocionó como un niño mirando de reojo las viejas fotografías de sus abuelos y sus padres en Cacabelos, y de sí mismo, más joven, colgadas de las paredes de la obra Cultural de Caja España en Ponferrada por iniciativa del Instituto de Estudios Bercianos, que le ha convertido en protagonista de sus segundas jornadas de autor. Convencido de que el Bierzo no es una geografía, si no un estado mental, el escritor debió intuir que detrás de aquellas fotos se agazapaba su infancia en Cacabelos, sus primeros años de escritor, sus novelas; y su voz le delató cuando contestó a los periodistas. «Esto es como abrir un viejo álbum de recuerdos», afirmó el escritor, que desde hoy también verá como su nombre identifica a una de las nuevas calles de Ponferrada en el barrio de La Rosaleda. Guerra Garrido, nacido en Madrid en 1935, pero de familia berciana, descubrió que el Bierzo también era su paisaje literario cuando escribió El año del wolfram . Desde entonces se han sucedido distintos relatos de lo que el autor viene a llamar su «saga berciana» y en los que ha llegado a rememorar la figura de su abuelo, el boticario de Cacabelos a principios del pasado siglo. La muestra del IEB «idealiza mi Bierzo, que es un refugio, mi paraíso perdido probablemente porque no vivo aquí todos los días». El escritor, que el viernes presentará en Madrid su nueva novela, La soledad del ángel de la guarda , ha querido que sea el Bierzo el primer lugar donde se hable de ella. Esta vez no se trata de una narración de su «saga berciana», sino de un relato que entronca con otra de sus obsesiones; el conflicto vasco, aunque desde un punto de vista, «un tanto insólito», según el autor. «Es una vez más una historia de miedo, de un miedo nuevo, el ángel de la guarda es un guardaespaldas, de un país indeterminado de cuyo nombre no quisiera acordarme, aunque los datos hacen una referencia constante al País Vasco», afirmó. La pregunta que deja en el aire el autor de Lectura insólita de El Capital -historia de un empresario secuestrado por un grupo abertzale que sólo tiene a mano la obra de Marx para matar el tiempo, con la que obtuvo en 1976 el Premio Nadal- es muy clara cuando entra en los miedos de un guardaespaldas: «¿Quién custodia al que custodia?». Guerra Garrido, miembro fundador del Foro Ermua y dueño de una farmacia en San Sebastián que tuvo que cerrar por los ataques de los violentos, no quiso hablar de política ayer, aunque reconoció que sigue siendo «francamente pesimista» sobre la posibilidad de que el terrorismo desaparezca a corto plazo. Al escritor también le hace ilusión inaugurar su calle en La Rosaleda mañana a las 18.30, en la intersección de la avenida de Asturias con la avenida de La Lealtad. «Me gustaría que esos domicilios particulares que van a poner mi nombre en el remite solo recibiesen cartas de amor, y si les llega alguna del banco, que sólo sea para comunicarles que les han bajado el interés de la hipoteca», deseó.