«No iremos a Marte antes del 2050»
El astronauta de origen español Michael López Alegría responde desde la Estación Espacial Internacional a las preguntas de los estudiantes de Topografía del campus de Ponferrada
A cuatrocientos kilómetros de altura, a ocho kilómetros por segundo, orbitando entre Sudáfrica y el continente asiático, el astronauta de origen español Michael López Alegría, compartió ayer con los estudiantes de Topografía del Bierzo las sensaciones que experimenta un hombre cuando se encuentra solo ante la inmensidad del espacio. «No hay nada que pueda compararse con esa sensación cuando estamos flotando. Ser un satélite humano en tu propio vehículo, que es el traje espacial, y estar separado del vacío del universo por una visera es algo impresionante», respondió desde la Estación Espacial Internacional (ISS en siglas inglesas), donde ha pasado los últimos seis meses, cuando los estudiantes le preguntaron qué se siente durante un paseo espacial. Michael López Alegría, nacido en Madrid de padre español y madre norteamericana, piloto de la Marina de los Estados Unidos con más de 4.000 horas de vuelo, ingeniero de sistemas, máster en Ingeniería Aeronáutica y comandante de la misión STS-115 que durante medio año ha mantenido orbitando sobre la Tierra a dos astronautas de la Nasa y uno ruso para realizar hasta un centenar de experimentos científicos, se prestó ayer a otro experimento del que ya ha salido bien librado en otras ocasiones. A punto de regresar a la Tierra -la cápsula Soyuz le traerá de vuelta el próximo día 18 junto al turista espacial Charles Simonyi- López Alegría habló durante más de media hora con los estudiantes de Topografía del campus universitario de Ponferrada a través de una videoconferencia privada. Y hubiera estado más tiempo si a lo largo de la hora larga que duró la conexión a través de satélite, la dificultad para enlazar con un vehículo espacial en movimiento no le hubiera obligado a pronunciar la manida frase «Houston, tenemos un problema» en varias ocasiones para que el centro de operaciones de la Nasa tratara de restablecer la comunicación. «No le dejaron» ser topógrafo A punto de irse a la cama -en Ponferrada eran las diez de la mañana- López Alegría se metió a los estudiantes en el bolsillo apareciendo con la bandera española a su espalda, jugando con los objetos para demostrar lo divertida que puede ser la ingravided -«me hacéis preguntas muy serias, ¿no queréis ver los efectos de la microgravedad?», les dijo en un momento dado, dejando flotar lo que tenía más a mano- y arrancó carcajadas cuando confesó que si se había hecho astronauta fue porque «no me dejaron entrar en Topografía». Los estudiantes, es cierto, comenzaron preguntándole cosas muy serias como los efectos del cambio climático vistos desde las estrellas, y Michael López Alegría les confirmó que aunque la ISS no orbita sobre los polos, han comprobado como retroceden las nieves del Kilimanjaro. El astronauta aseguró que la basura espacial todavía no es un fenómeno preocupante, pero llegará el momento en que habrá que hacer algo -«ahora mismo hay mucho cielo y poca basura, pero también decían eso de la contaminación del agua y la atmósfera hace cincuenta años»- , reiteró que la Nasa dejará de volar en el transbordador espacial en el 2010 para diseñar un vehículo más sencillo, y se mostró escéptico sobre la llegada del hombre a Marte a corto plazo. «Antes del 2050 no iremos a Marte. Es mi opinión personal y espero que esté equivocada», dijo. De la vida a bordo de la ISS -que tarda 90 minutos en dar una vuelta a la Tierra y donde ya se encuentran los dos astronautas que les sustituirán y el turista espacial Charles Simonyi- López Alegría reconoció que «cada minuto está programado» y «se hace de todo, desde dar paseos espaciales hasta fregar». No en vano, el madrileño había hecho ayer inventario de los calcetines y los calzoncillos de la tripulación.