La mujer y el vino
LA PRESENCIA de la mujer en el mundo del vino, es cada vez mayor, al igual que en otros sectores que tradicionalmente han sido reservadas a los hombres. Hoy en día con la renovación de este sector y su mayor dinamismo, ha aumentado la presencia de las féminas, en las áreas de producción y dirección de empresas vitivinícolas. La próxima edición de Fenavin, que tendrá lugar durante el mes de mayo, ha organizado una mesa redonda, en torno a la mujer y el vino. La mesa será coordinada por Otilia Romero de Condés, de la Bodega Arva Vitis, analizará los distintos papeles que las mujeres desempeñan en el mundo del vino. Una sumiller, una periodista y una empresaria, moderadas por una bodeguera, relatarán sus experiencias y expondrán sus opiniones dentro de un sector que, como tantos otros, era hasta no hace mucho privativo del género masculino. María José Huertas es sumiller del restaurante «La Terraza del Casino» Su experiencia se centra fundamentalmente en la atención al cliente, al consumidor final. Además de relatar como ha influido su condición de mujer en su carrera dentro de la sumillería, sus puntos de vista, diferenciando al cliente masculino del cliente femenino, prometen aportar interesantes enfoques. Cristina Rodríguez Alcalá es sumiller, periodista, consultora vitivinícola y colaboradora habitual de Olga Viza en RNE. Algunos bodegueros la consideran, en el mejor sentido de la expresión, como una verdadera «periodista de investigación». Finalmente, Sidikka Michael ofrecerá sus experiencias como empresaria. Presidenta de la asociación de mujeres amantes del vino de Alemania, regenta una selecta vinoteca y es importadora de vinos españoles para el canal Horeca y para tienda especializadas. Su intervención reflejará su amplia experiencia de cara al consumidor final de vinos. Otilia Romero está convencida de que las mujeres sí tienen una forma peculiar de acercarse al vino, una visión distinta ya sea como consumidoras, como elaboradoras, o en cualquier otra faceta del sector: «La curiosidad sería la palabra adecuada. Como elaboradoras investigan mucho, prueban muchas cosas. No es que los hombres no lo hagan, y bien, pero las mujeres lo hacen más, tienen más ganas de innovar, de descubrir. Y como consumidoras, el marketing a aplicar es muy distinto. Para convencer a una mujer de que compre un vino no basta con que lo pruebe y le guste; necesita conocer también los detalles de su historia, de su vendimia, de su elaboración».