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Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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DESCONTENTOS y decepcionados andan los pescadores de rivera. Los más optimistas, cuando les preguntan como va la temporada, responden que mejor que la próxima. Que no se cuidan los ríos, que no se repueblan, que los accesos están intratables, que las depuradoras no están operativas, que lo único de que se preocupa la Junta es de cobrar los cotos y licencias, que lo normal es regresar de una larga jornada de pesca sin ver una trucha que dé la medida. Lejos quedan los buenos tiempos cuando el pescador leonés contaba las capturas por kilos, ahora ya ni siquiera por unidades, repite mi amigo Luis. Ello a pesar de que cada vez hay más tramos sin muerte, esa modalidad más respetuosa con la naturaleza común, que responde a una demanda estoica de pescadores que quieren disfrutar de la naturaleza y de las emociones de la pesca, sin dañar innecesariamente a las pintonas. En el Boeza de aguas limpias que brotan con fuerza en la campa de Martín Moro, han habilitado un tramo «libre sin muerte». Comento a un pescador solitario que me parece una buena idea en un entorno idílico, todo parece indicar que la jornada será inolvidable. No crea, asegura, para seguir con una serie de lamentos, desde que el cauce está siendo alterado por la captación masiva de agua para una embotelladora industrial, pasando por la falta de vigilancia hasta llegar a la ausencia de truchas, nadie sabe porqué, de modo que, concluye, el tramo debería llamarse «tramo libre sin vida». No son más leves los reproches de los pescadores del bajo Bierzo que se han pasado definitivamente a los peces en San Clodio, en Belesar o en San Xusto, en la vecina Galicia. Se lamentan del abandono del coto intensivo de Ponferrada, sin capturas, sin truchas, sin vigilancia y sin control de los vertidos contaminantes. Recuerdo la ilusionada acogida por parte de todos cuando se inauguró ese coto truchero, un nuevo atractivo para la imagen medioambiental de la Ponferrada verde, tan premiada como ponderada. Aquí estuvieron responsables autonómicos de diversos niveles, todos coautores de la feliz iniciativa, dando la consabida imagen del político de vuelo autónomo, especie con pico de oro que tiene o aspira a poner su nido en Pucela, desde donde gusta volar al Bierzo (en helicóptero), para cantar las excelencias (gastronómicas) de aquestos apartados valles. La próxima vez que venga alguno se expone a ser ahuyentado por el revuelo de una legión de pescadores paganos y cabreados

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