Astenia electoral
¿APATÍA? ¿Agotamiento físico? ¿Flojera de piernas? ¿Diarrea mental? ¿Fobias varias? ¿Tristeza pre coitum? ¿Arrebatos esquizoides? ¿Pérdida de memoria? ¿Frustración latente? No, no estamos ante un nuevo caso de astenia primaveral; lo que usted tiene, querido paciente, es en efecto astenia, pero¿ electoral. Y ésto es como la gripe, sólo con paciencia y reposo se acaba curando. ¿Y no habrá alguna vacuna para esta enfermedad rara, doctor? Sólo se me ocurre que desaparezca del mapa, si puede, hasta el 27 de mayo. Si no está en situación de permitírselo, ya sólo me queda recomendarle que se aísle lo máximo posible del incesante bombardeo propagandístico que se avecina. Ah, por cierto, y haga yoga, medite, reflexione, busque, compare y si encuentra alguien mejor¿ vótele. Si es que al final, con vacuna, tapones en los oídos y una venda en los ojos, la parafernalia electoral se colará por nuestra alcoba como el aire que respiramos. Y mira que los políticos repiten con insistencia aquello de: «Si a estas alturas, el votante ya sabe lo que va a votar». Coño, pues si lo sabe ya, ¿para qué nos van a marear con su variada carta de promesas, insultos, críticas, acusaciones, réplicas y contrarréplicas durante la campaña? Es que la campaña es necesaria para exponer los programas y captar a los indecisos, dicen. Pues con los dimes y diretes de unos, los excesos verbales de otros a la hora de las promesas -que siempre se acaban pagando- y las bofetadas dialécticas de casi todos, la verdad que bien difícil lo tiene el indeciso para salir de su indecisión. Y qué decir del efecto contrario que pueden llegar a provocar las campañas electorales; que aquellos que tienen clara su opción en las urnas, puedan llegar a cambiarla a última hora. A lo peor uno de los remedios a esta astenia electoral es, precisamente, dejar de ver los toros desde la barrera y dar el salto a la arena política. Claro que, una vez en el ruedo, igual nos empiezan a hacer verónicas a diestro y siniestro y encima nos acaban empitonando. Y, por supuesto, sin olvidarnos de lo que el otro día, durante la visita de Mariano Rajoy a Ponferrada, me decía el alcalde de un municipio berciano: «En ésto de la política, hay más culos que sillas». En fin, que entonces me quedo con mi sofá, que en el peor de los casos va a ser usurpado por mi perro, y a la astenia electoral, como al toro, a capearla lo mejor posible para evitar una mala cogida.