Diario de León

Aleluyas para empezar a leer

La Feria del Libro Antiguo instalada en la plaza de Fernando Miranda acoge una muestra de los antiguos pliegos con viñetas que engancharon a tantos niños a la lectura hasta el siglo XIX

Felipe Martínez y Manuel Rodríguez oyen al pregonero de los aleluyas

Felipe Martínez y Manuel Rodríguez oyen al pregonero de los aleluyas

Publicado por
Carlos Fidalgo - ponferrada
Ponferrada

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«¡ Acérquenense , buenas gentes, acérquenense !», gritaba el ciego, que no era tal, sino un actor venido de Salamanca. «¡ Acérquenneeense !», repetía inventándose una palabra y aunque a esas horas de la mañana, pasados unos pocos minutos de las once, sólo hubiera una decena de periodistas en torno a la carpa, además del concejal de Cultura, dos miembros de la asociación de libreros, y una tímida azafata. Y Josechu Morán, que así se llama el falso ciego y actor verdadero del grupo de teatro Kuro Neko, comienza a declamar en versos el texto del aleluya con el que la Asociación de Libreros de Viejo y Antiguo de Castilla y León (Alvacal) promociona desde ayer la exposición paralela a la Feria del Libro Antiguo que se celebra en la plaza de Fernando Miranda de Ponferrada. El aleluya, aunque hoy pocos lo sepan, es un precursor del cómic y del tebeo, y un heredero de los antiguos cordeles de ciego de la Edad Media. Se trata de 48 estampas o viñetas grabadas, con un texto en verso, donde se cuentan aventuras ilustradas. Hasta el siglo XIX hicieron las delicias de los niños, que se iniciaban así en la lectura. La Cenicienta, con el título de Historia de Tres Hermanas , o los sobrinos (que no hijos como en la novela de Julio Verne) del capitán Grant se pasean por una quincena de paneles con facsímiles y por los aleluyas originales expuestos en las vitrinas de la carpa anexa al recinto ferial, inaugurada ayer por el edil Manuel Rodríguez y por el presidente de Alvacal, Felipe Martínez. El juego de la oca El nombre de aleluyas para una hoja de grabados, en algunos casos humorísticos, puede llamar hoy la atención, pero procede de las primitivas estampas piadosas que se lanzaban al aire en ciertas fechas señaladas. La acepción religiosa se perdió con el tiempo y pasó a referirse al pliego de papel con viñetas y textos al pie que narraban una historia con imágenes. En Cataluña, los aleluyas se llamaban aucas, y en su origen fueron un pasatiempo más que una narración, que algunos estudiosos consideran un precedente del popular juego de la oca. Los aleluyas españoles tampoco fueron los únicos. En Alemania existieron los bilderbogen y en Francia, los pliegos de Epinal. Para quienes hagan caso al falso ciego, Alvacal tiene dispuestos hasta 5.000 copias del aleluya promocional, con el castillo de Ponferrada en una viñeta, y 24 estampas que recuerdan que «los libros son como trenes, o grandiosos almacenes. Todo cabe entre sus hojas, dependiendo del que escojas». Como para no acenercarse .

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