| Perfil | Javier Prado Ovalle |
Un diamante entre cristales
¿Cómo pasar de una cristalería en Cuatrovientos a codearse con multinacionales? La solvencia, el trabajo y la pasión por el vidrio
En la mejor tradición anglosajona, Javier Prado Ovalle, es el prototipo de self-made man . El empresario hecho a sí mismo que está en el origen del proceso que convierte una cristalería del barrio ponferradino de Cuatrovientos -1977- en una industria codiciada por las grandes multinacionales del vidrio. Javier y sus hermanos vendieron la mayoría de Cristalglass, hace unos seis años, al conglomerado mexicano Vitro. Según cuentan en los mentideros financieros, no por menos de 60 millones de euros. La cifra nunca ha llegado a conocerse oficialmente. Pero seguro que Javier -acaba de cumplir los 50- podría haberse retirado cómodamente a cualquier paraíso. En cambio invirtió en el sector inmobiliario -no sólo en el Bierzo-. Pero dicen que nunca ha estado cómodo en ese área, y apartado de la gestión de Vitro sólo ha visto como su pasión-obsesión por el vidrio no ha hecho más que crecer. Por eso, acaso, ha decidido empezar de cero. Por eso y porque todos los patronos y sus ex-empleados piensan que no hay nadie -ni en toda España- que conozca también los entresijos del ramo y goce de tanta credibilidad. Sobre todo en el plano comercial.