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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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TENGO la impresión, tal vez errónea, de que los líderes socialistas de Ponferrada están muy contentos de serlo, y que lo demás (es decir, lo decisivo: lograr el poder municipal) les parece secundario. Y esta situación me lleva a emparentarlos con sus colegas valencianos a nivel autonómico. Políticos mediterráneos a quienes, por cierto, veo muchas mañanas camino de mi trabajo, porque por allí cae la sede regional. Los observo y me parecen felices, de verdad. Han sido arrollados por el PP en las últimas elecciones autonómicas, pero ellos tan campantes. Con sus carteras de cuero, sus sonrisas grandes, su profesionalidad orgánica, sus chóferes y restaurantes; y también sus ademanes actualizados, donde ya ni siquiera habita la nostalgia. Ahora sólo hay derrota y gestión cautelosa de la derrota. Porque dieciséis ya son muchos años fuera del poder y aún pesan más si el retorno a ese poder se antoja quimérico. Es curioso, sí, este acatamiento. Esta resignación agradable, esta bonhomía en el vapuleo. Ellos pierden y pierden, pero se consuelan con el gozo del cargo interno. Además, en muchos casos, tienen otro, de carácter público: son diputados provinciales, autonómicos, etc¿ O sencillamente son funcionarios del partido. Y así las cosas, queda en segundo plano lo que es primordial para los votantes: ganar las elecciones. En la ciudad de Ponferrada sucede algo semejante que en la Comunidad Valenciana. Ambos espacios políticos fueron abrumadoramente socialistas entre 1979 y 1995, auténticos bastiones, y desde ese año maldito sólo existe la derrota y la gran costumbre de la derrota como un destino. En lo regional o en lo municipal. ¿Y por qué este revolcón? Hay diferencias en ambos territorios, pero también coincidencias. Estas veo: ni se acertó con los candidatos, ni se acertó con el mensaje. Ello no quiere decir, por supuesto, que no sean válidos para otras labores, y muy útiles sin duda, tanto Joan Ignasi Pla como González Saavedra, que creo está haciendo una buena labor al frente del Consejo. Pero para romper, o intentar romper esa deriva tan fuerte que el PP viene protagonizando en dos marcos políticos que eran antes sociológicamente de izquierdas y ahora ya no lo son, es necesario otro cartel, otra imaginación, otras propuestas. Y no parece haber ni personas ni ideas. Sólo una sucesión de burócratas, aderezada de codazos y odios internos. Y el electorado se da cuenta.