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Son 13 los bodegueros bercianos que no usan pesticidas. En Castilla y León sólo Burgos tiene más

Los viñedos ecológicos superan las 86 hectáreas y se consolidan en el Bierzo

La agricultura biológica duplica su extensión en la comarca durante los últimos cinco años

José Luis Prada, con sus viñedos en el Palacio de Canedo, en una imagen de archivo

Publicado por
Carlos Fidalgo - ponferrada
Ponferrada

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Los vinos ecológicos están encontrando en el Bierzo un terreno fértil donde crecer. Con 86 hectáreas de viñedos libres de pesticidas y abonos químicos certificadas por el Consejo Regulador de la Agricultura Ecológica de Castilla y León (Caecyl) en la comarca a comienzos de este año, sólo la provincia de Burgos supera con claridad a la viticultura biológica berciana en superficie cultivada y en el número de bodegueros que han decidido cultivar la uva de una forma natural y garantizando la regeneración del suelo. El último censo del Caecyl demuestra que en el Bierzo, donde la agricultura biológica ha duplicado su superficie en los últimos cinco años, ya son 13 los bodegueros y viticultores que ha desterrado los herbicidas y los fertilizantes químicos para elaborar su vino. La práctica, que no se da en otros lugares de la geografía leonesa, la iniciaron firmas como Pérez Caramés y Castro Ventosa en la década pasada y en la actualidad tiene entre sus buques insignia a marcas como Prada a Tope en Cacabelos y Descendientes de J. Palacios, en Corullón, ocupando extensiones de vides en Arganza, Camponaraya, Villadecanes, Carucedo y Villafranca del Bierzo. Las cifras hablan claro, y salvo Burgos con 285 hectáreas cultivadas, la comarca está a la altura de Valladolid y por encima del resto de provincias de la comunidad, donde los viñedos biológicos no han prendido de la misma forma. Los principios de la agricultura biológica, que en el Bierzo ocupa en total a 22 de los 44 operadores registrados en la provincia por el Caecyl, pasan por respetar el ecosistema del suelo. «La idea es que el suelo sea una despensa de nutrientes y no un suelo muerto que sólo sirve de soporte a la planta», explican desde el organismo dependiente de la Consejería de Agricultura. Los únicos fertilizantes permitidos son los orgánicos como el estiércol y los vegetales compostados. Y las plagas comienzan a combatirse desde la prevención, «eligiendo en primer lugar las variedades que mejor se adaptan al suelo y al medio y realizando las tareas agrícolas en unas condiciones óptimas del terreno», añaden en el Caecyl. La agricultura biológica pretende que el propio ecosistema combata las plagas generando microorganismos depredadores que forman parte de la cadena ecológica. En los viñedos, y sólo en caso de necesidad, se apuesta por el cobre de origen natural en lugar de los fungicidas. Y si hay que usar productos químicos para no perder el cultivo, se impone una moratoria de dos cosechas para que la producción pueda considerarse de nuevo ecológica. Pasarse a la agricutura biológica está subvencionado por la Junta, aunque hay que armarse de paciencia los primeros años porque las cosechas caen hasta que el suelo recupera el tono. Los precios, eso sí, suelen ser entre un 10 y un 15 por ciento más caros para cubrir los sobrecostes de producción.

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