Diario de León
Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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LOS ÚLTIMOS tapones de la calle Pérez Colino y avenida del Castillo, que resistieron tercamente el empuje de gobiernos locales anteriores, saltaron como por arte de magia y una multitud de nuevo ilusionada después de tantos años sin tocar poder local, salió a las calles donde el bollo preñao tomó carta de naturaleza berciana. Parecía que el deslumbrante mobiliario urbano iba de dejar Ponferrada como la pipa de oro y plata con cien mil incrustaciones de hojalata, pero no, el ritmo de las inauguraciones siguió e incluso se aceleró cuando Ismael tuvo problemas y demasiados enemigos a derecha e izquierda, dando el relevo a su brazo derecho López Riesco. La carrera hacia la Ponferrada bonita fue un éxito que trascendió nuestras fronteras y se supo que aquel feísmo gestado en los años cuarenta era ya cosa del pasado. Muchos ponferradinos mostraban a los forasteros la nueva imagen y lo seguirían haciendo, por inercia, con el puente del Centenario construido por la Junta de Castilla y León y jaleado ampliamente en dos campañas electorales a pesar de estar descolocado física y estéticamente de modo que ya le llaman el atravesao y no es esta una cuestión baladí, porque ha convertido la glorieta del Cine en nuevo punto negro del tráfico rodado. Aquel cambio de imagen que nos hizo sentirnos más a gusto en nuestra ciudad, con el traslado de la montaña de carbón y la recuperación del Castillo como espacio de referencia cultural de alcance y aglutinante de una comunidad mestiza que mira al futuro sin olvidar su pasado, no es poco bagaje si se compara con otros lugares de nuestro entorno. Era lo que había que hacer precisamente entonces, cuando ya teníamos lo más necesario y las tripas del municipio funcionaban razonablemente bien. Otra valoración diferente merece el buque insignia de esta etapa de gobiernos del Partido Popular, el barrio de la Rosaleda, un diseño urbano que genera tantos recursos como incertidumbres, primero por ser un modelo más próximo a Kuala Lumpur que a un diseño centroeuropeo, segundo por estar sobredimensionado, casi cinco mil viviendas sin otro destino previsible que el traslado de residentes en barrios próximos ya consolidados con el inevitable deterioro de los mismos y tercero porque está en el punto de mira de jueces y tribunales por falta de equipamientos. Allí los viejos escaños dorados por el tiempo, tan alegremente sacrificados a la modernidad especulativa, serán recordados en los días de invierno sin sol ni rosas.

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