El rector de la Basílica de La Encina denunció en comisaría el asalto al recinto y las sustracciones
Los ladrones roban los santos y las joyas de la iglesia de Otero el día de la fiesta
Del recinto románico de Santa María de Vizbayo, próximo a Ponferrada, faltan tres tallas y un copón
Los ladrones entraron en plenas fiestas de agosto en la iglesia románica del pueblo de Otero, muy cerca de Ponferrada, y se llevaron los santos, las joyas de la Virgen y abundante material para uso de la liturgia. De la iglesia de Santa María de Vizbayo, fechada en el siglo XI y un punto de referencia turística en el primer municipio berciano, desapareció en la madrugada del pasado jueves tres tallas. Se trata de la imagen de San Benito, la del Niño Jesús de Prada (también conocida por los lugareños como el Niño de la Bola) y también un crucifijo de medio metro de alto. Todas ellas son de un gran valor sentimental y artístico, ya que, por ejemplo los vecinos de Otero tienen especial veneración por San Benito, al igual que por el Niño Jesús, que procesionaba en la Semana Santa en el Encuentro de Resurrección. La persona o personas que entraron a robar lo hicieron forzando los barrotes de hierro que estaban anclados en el granito que recubre la ventana de entrada a la sacristía. Picaron el granito, retiraron el hierro y una vez dentro desvalijaron parte del inventario, aunque dejaron otras imágenes como las de San Cosme y San Damián. Los delincuentes no respetaron los valores religiosos hasta el punto de que sacaron del interior del sagrario el copón de plata que contiene las formas para dar la comunión. También se llevaron el cofre que guardaba las llaves del citado sagrario, así como una corona de la Virgen y sus alhajas, entre ellas dos broches confeccionadas en azabache, latón y piedras, así como dos pares de pendientes elaborados en plata y oro. El rector de la Basílica de la Encina de Ponferrada, Antolín de Cela, interpuso una denuncia en la comisaría, y además de lo citado también se ha echado en falta de la iglesia de Otero un jarrón de plata, dos atriles sobre los que se colocaban los misales, dos vinajeras para oficiar la misa y un cuenco lavamanos del sacerdote. Los vecinos de Otero se enteraron del robo cuando acudieron a la procesión de su fiesta local. Ya habían entrado en ocasiones anteriores a robar en este reconocido templo, pero nunca hasta ahora se habían llevado imágenes y demás objetos religiosos. De aquella los ladrones buscaban el dinero del cepillo de las limosnas, y en esta ocasión los objetos de arte religioso.