Diario de León

| Reportaje | La Venecia berciana |

Los calderos vuelven a conquistar Molina

A pesar del frío, la fiesta del agua reunió un año más a decenas de jóvenes, y no tan jóvenes, a orillas del río Meruelo

Cualquier lugar era bueno para rellenar los habituales calderos

Cualquier lugar era bueno para rellenar los habituales calderos

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Vanessa Silván - ponferrada
Ponferrada

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Fieles a la cita y dejando de lado la amenaza de coger un resfriado seguro, decenas de jóvenes y no tan jóvenes participaron ayer en ya tradicional fiesta del agua de Molinaseca. El agua del río Meruelo volvió a inundar las calles de la localidad para convertirla por unas horas en la Venecia berciana. Los que todavía tenían fuerzas después de una larga noche de bodegas, calentaron los ánimos y el espíritu con una rica chocolatada organizada por la comisión de fiestas. Después de reponer fuerzas se soltó el agua y comenzó la batalla. A calderadas o con una escueta pistola acuática, cualquier arma es buena para intentar salir victorioso de esta guerra que se celebra una vez al año desde hace más de medio siglo. A pesar de las bajas temperaturas, las guerreros dejaron de lado el miedo al constipado y plantaron batalla, en la que cualquier amigo o enemigo se convertían en el blanco perfecto a batir. Hasta unas peregrinas se vieron sorprendidas en medio del fuego cruzado de calderazos. Los minutos pasaron y poco a poco la violencia de la contienda fue bajando de grado, quedando todos sus combatientes completamente empapados. El origen de esta fiesta se asienta en la celebración de una boda entre dos vecinos de esta localidad hace medio siglo. A las puertas de la iglesia de Molinaseca, los invitados esperaban la salida de los novios de la ceremonia y era tal el calor de esa jornada que, ni cortos ni perezosos, decidieron refrescarse con el agua del río Meruelo y comenzaron a mojarse unos a otros. Fue tan divertido que terminaron por convertir esta práctica en una tradición de culto

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