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Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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EL PROCEDIMIENTO administrativo de concentración parcelaria en Noceda y Quintana, iniciado hace varias décadas, ha superado la larga etapa de ineficiencia para derivar en un atasco sin aparente salida. Cuando el anterior consejero de Agricultura fue homenajeado en Carracedelo, los juramentos proferidos en los bares de aquellas localidades del Alto Bierzo, se oyeron en mandecida, pero no en Valladolid, donde el presidente Herrera nombró sucesora del señor Balín a la señora Clemente, una compradora compulsiva aficionada a las herramientas medievales. Ahí la tenemos, dando palos de ciego a ochocientos millones de topillos, obligando a quien la nombró a interrumpir sus vacaciones estivales para tapar algunos agujeros de los roedores, sabiendo que el problema sólo lo va a resolver el frío castellano y las águilas ratoneras. De momento están bajo sospecha los pájaros y los cangrejos además de la liebre y las garrapatas, que ya tenían mala prensa antes de la turolemia. Con semejantes problemas añadidos, es de temer que el atasco de la concentración parcelaria se eternice, mientras los jóvenes que esperaron durante lustros la adjudicación de las parcelas están ya en edad de prejubilación, el despoblamiento del espacio rural sigue su curso inexorable y la deforestación derivada del proceso de concentración empobrece el hábitat y desertiza las riberas. En el año 1950 Noceda tenía 2.015 habitantes, hoy apenas llega a ochocientos mientras los responsables de la administración autonómica siguen teorizando sobre la fijación de empleo en el ámbito rural, sobre el necesario fomento de la actividad forestal y la agricultura de calidad y el aprovechamiento de los recursos endógenos del medio rural, donde la frase más escuchada es aquella tan manida de «el último que salga que apague la luz. Ese lenguaje es el único políticamente correcto y no podría ser de otra manera, otra cosa es que no disponga de políticas de acompañamiento que lo hagan creíble. No pueden decir otra cosa, si atendemos a las fuentes de financiación y a las orientaciones de los programas estructurales a lo largo de muchos años, que se refieren al espacio rural como patrimonio europeo y a la necesidad de que zonas urbanas y rurales de desarrollen de forma equilibrada y complementaria, especialmente en Regiones como Castilla y León, donde cerca del 90% de los municipios no alcanzan el millar de habitantes.

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