Diario de León

La mayoría malvive en casas sin servicios, en grupos de 10 ó 15, que alquilan por 300 euros

Cien búlgaros, la mitad sin papeles, toman Corullón esperando empleo

Los viticultores y fruticultores tienen miedo de «contratarlos» sin los permisos

Un grupo de búlgaros, reunidos tras regresar del trabajo en el campo

Un grupo de búlgaros, reunidos tras regresar del trabajo en el campo

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R. Arias - ponferrada
Ponferrada

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El problema de la falta de contingentes de extranjeros con papeles para trabajar en la vendimia, como denunciaron recientemente numerosos viticultores de la comarca, ha encontrado su máxima expresión en el pueblo berciano de Corullón. En la localidad, de apenas 700 habitantes, acampa desde hace medio mes un grupo de cien ciudadanos búlgaros, la mitad sin permisos de trabajo, que esperan una ocupación en la recogida de la manzana y actualmente en la vendimia. Lo peor para un buen número de ellos es que los propietarios de viñedos o fincas de fruta del contorno no se atreven este año a contratarles ante el temor de las inspecciones y sanciones de la Administración. Los búlgaros y rumanos pueden residir libremente en España, pero no trabajar sin permisos. «No tenemos, pero estamos esperando los papeles», admite en un español entrecortado pero inteligible, Heram, mientras espera paciente junto a su mujer y sus dos hijos pequeños, Melek y Mehmet, en la fuente de la parte alta del pueblo en torno a la que se congregan sus compatriotas. «Muchos no tenemos papeles», corrobora. Los búlgaros están desperdigados por la localidad. Algunos utilizan los coches para dormir. La mayoría prácticamente se hacinan en viviendas sin agua y otros servicios básicos por las que pagan entre 200 y 300 euros de alquiler. Unos precios no ya desorbitados, sino inéditos en un núcleo donde buena parte de los jóvenes se han marchado en busca de trabajo en la industria o los servicios en Ponferrada. La Guardia Civil no es ajena a la concentración de búlgaros en Corullón, que según los vecinos aún fue mayor hace algunas semanas. «Vinieron, y como no los pueden echar, les dijeron que no se les ocurriera trabajar sin permisos y que dejaran todo limpio», subraya un lugareño. Todos los interrogados por este periódico certificaron que los búlgaros -ni adultos, ni niños- han dado un sólo problema. «Lo que pasa», matiza medroso, «es que los contratas, tienen un accidente, y a ver que haces con ellos si no cumplen con la ley. Te metes en un buen lío». El subdelegado del Gobierno, Francisco Álvarez, admitió la semana pasada en Villafranca, a apenas dos kilómetros de Corullón, que sólo diez bodegas del Bierzo han contratado con la previsión demandada trabajadores -búlgaros y rumanos sobre todo- para la vendimia. Y cifró en unos cien el total de los «legalizados». Desde luego, no son todos los temporeros que esperan cada mañana una ocupación en los campos de la zona.

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