Ponferrada en la chispa cultural
AUNQUE PONFERRADA sea una ciudad pequeña, que ha pasado en pocos años de ser un pueblo grande a convertirse en la capital cultural del Bierzo, hay momentos, como ocurre en este tiempo otoñal, en los que hay tantos saraos que uno no sabe adonde ir, porque el trabajo tampoco deja demasiado tiempo para estar al plato y a las tajadas, como suele decirse de un modo coloquial. De repente se juntan las jornadas sobre el marquesado de Villafranca del Bierzo, un descenso del Sella en piragua (esto es algo personal), el festival de cine, un viaje a Taramundi organizado por el Instituto de Estudios Bercianos, que vino a coincidir con la presencia de Charo López en la clausura del festival de cine en el Bergidum, etc. Al final uno tiene que decidir y elegir algo. Como bien sabemos. Así es la vida. Si no te decides a elegir, alguien decidirá por ti. Y la propia realidad acabará imponiéndose como una apisonadora, porque somos voluntad y sobre todo circunstancias. Mejor elegir que dejarse elegir, como en el amor, o sea. No vaya a sucedernos como al asno de Buridán, que no se atrevió a elegir entre dos montones de heno, porque a buen seguro le parecían iguales, y acabó estirando la pata. No nos pongamos trágicos, sólo algo filosóficos, ahora que la filosofía no parece interesar a nadie, ni siquiera a nuestros políticos, que deberían ser filósofos, como quiso Platón para su República. Ya no quedan verdaderos filósofos, si exceptuamos a alguno, en este país de chascarrillo, donde no se analiza la realidad, porque nos obliga a pensar y repensar, y a la vez nos produce malestar. El dolor que procura la reflexión. «No me rayes y corta el rollo», dice a menudo el guajerío, que prefiere flotar en el espacio y vivir en el limbo, mientras el mundo supura sangre y basura por todas las tuberías de su alma. Pero este es otro cantar. Y ahora estamos hablando de lo cultural y estupenda que se pone a veces la capital del Bierzo, el pueblín, como dicen algunos ponferradinos que viven fuera de la comarca, «mi pueblo», como le gusta decir a nuestro paisano massmediático Luis del Olmo. Aunque los medios de comunicación de masas, inmersos en un circuito comercial -escribe Umberto Eco en Apocalípticos e integrados- sugieren al público lo que debe desear, a veces nos queda el consuelo de que podemos elegir en función de nuestros deseos y apetencias, nuestros deseos condicionados, inevitablemente, por factores sociales, antropológicos, culturales/contraculturales. Por el momento esperamos seguir eligiendo.