La vendimia según Peique
A DIFERENCIA de muchas otras regiones de Castilla León, El Bierzo puede presumir de una campaña muy buena, libre de granizo y «topillos». Un año que al principio se preveía normal, y que sin embargo, unas inesperadas «calurosas» lluvias al comienzo de verano causaron algunos daños y no auguraban mucho entusiasmo. Pero a mediados de agosto el clima cambió con unas medias de día de 27 a 30 grados y unas noches de 10 a 12 grados provocaron la muy buena maduración polifenólica y de las pepitas. Afortunadamente nuestra vendimia finalizó al tiempo que comenzó otra leve lluvia a mediados de septiembre, la cual podría haber llegado a arruinar parcialmente la planificación de recolección de sus pagos viejos. El estado visual de la uva fue óptimo, la buena climatología favoreció la existencia de un buen equilibrio entre acidez y volumen de azúcar. Como tantos otros productores sufrieron una reducción de la cosecha y su solución para compensar la rebaja de producción en favor de la calidad fue comprar más viñedo. En la actualidad, son una de las bodegas con más futuro en El Bierzo, pequeña, consolidada y con las cosas muy claras, sobre todo en lo que se refiere a viticultura. Tienen veinte hectáreas propias y veinte controladas; dependiendo de qué zonas, su producción está en una media de entre kilo y medio a dos kilos de uva por cepa. Las labores anuales se centran en el proceso tradicional: una poda de invierno selectiva, retirando mucha carga inicial de las yemas, un par de podas en verde en verano, con las que se deja ya lo que se cree con certeza que va a madurar. La cuestión radica en buscar un equilibrio en el viñedo entre fruto y masa foliar para garantizar una óptima maduración. Durante años han enfocado el viñedo hacía las bajas producciones, prescindiendo de abonos, hoy en día llevan a cabo un programa de análisis de tierra con la pretensión de aplicar un abonado donde se necesite. Tanto mimo y cuidado para conseguir añada tras añada estar en los mejores puestos de las guías y publicaciones. La filosofía de Peique se sostiene sobre pilares claros y fuertes: la empresa familiar, la elaboración tradicional, la innovación, el respeto al vino, al medio ambiente y al cliente. Sus laureados vinos no son fruto del trabajo de una empresa, sino de la propia mano de sus fundadores. Son tres generaciones en activo que combinan el ancestral espíritu trabajador del campo y la profesionalidad adquirida por los herederos más jóvenes, en grandes compañías con una acreditada formación académica.