Café y conejo para todos

AUNQUE no me toque la lotería, lo que sí tengo claro que tampoco me va a tocar esta vez es la cuesta de enero. ¿Cómo evitarla? Pues, como diría uno que yo me sé, tengo la firme convicción de que no resultará extremadamente difícil si nos limitamos a seguir las sabias recomendaciones que en los últimos días nos han llegado desde la Moncloa -la de Madrid, claro-. Por un lado, y tras consensuarlo con mi familia tras un prolongado y arduo debate, hemos decidido en el plano gastronómico apostar, tal como se ha sugerido desde el Gobierno de esta España, por el conejo... y de paso, también por las zanahorias, que me he dado cuenta que justo después de Reyes tengo que acudir al centro médico a revisar mis niveles de colesterol, ácido úrico, triglicéridos y demás sustancias que se multiplican en mi organismo cuando lo único que hago no es otra cosa que comer aquello que más me gusta. Conejo para todos, por tanto, en estas fechas tan señaladas. Eso sí, para dar consejos, hay que predicar con el ejemplo; aunque no sé por qué me da que en la mesa de nuestro Presidente y sus ministros... Bueno, vamos a darles un voto de confianza en ésto, que en cuanto al otro voto, también de confianza, pero en las urnas, ya veremos. En cuanto a la segunda de las saludables recomendaciones para nuestro bolsillo, y en este caso también para la disparada inflación nacional, igualmente estoy decidido a llevarla a la práctica. Y es que nuestro ministro de Economía tiene razón. Pero vamos a ver, ¿qué es eso de andar dejando un euro de propina con el café si es precisamente lo que viene costando? O incluso menos. Si es que ya lo venía pensando yo desde hace algún tiempo, que había algo que estaba haciendo mal y que no cuadraba, como era pagar en el bar de mi barrio 80 céntimos por un café y dejar de propina un euro. Incluso estuve a punto un día de dejar nueve euros de propina en un restaurante donde me cobraron otros tantos por un menú del día. Si es que no controlamos el euro. En cualquier caso, hay algo que me inquieta, y es saber dónde se toma el Sr. Ministro los cafés. De todas formas, lo mejor sin duda es tomarlo en casa, no hay que dejar propina y te sale bastante más barato. Y para acabar de rematar el año, el canon digital. Aunque estaría mejor un canon genital, pues el ciudadano debería tener derecho a él cuando no paran de tocárselos.