Diario de León
Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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CUANDO oigo llamar radical a Zapatero, no salgo de mi asombro. Un pragmático, por definición, no es un radical. También llamaron radical a Indalecio Prieto, socialista moderado, precursor de la socialdemocracia, porque en un mitin dijo que era inmoral que en un pueblo de Cuenca hubiera un solo propietario, el resto braceros. Para radical San Jerónimo: «el rico que no es ladrón es heredero de algún ladrón». Podría yo ahora citar de memoria un canon de Trento, Concilio tan español y añorado por nuestros ultra conservadores como olvidado el Vaticano II, que proclama su respeto y veneración iguales por todos los libros sagrados, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Reconozco mi especial querencia por el Deuteronomio y el Levítico, donde los radicales fueron Yaveh y su portavoz Moisés. Eran tiempos de vacas gordas, cuando no interfería el cambio climático, el Nilo se desbordaba con la precisión de un reloj suizo de ahora y el pueblo judío amasaba bajo un sol de justicia el barro para las ciudades, granero de Pitón y Ramsés. No hubo pacto posible con la patronal, sólo la ruptura total hacia una tierra de justicia y libertad, organizada en un sistema económico y social mucho más radical que los programas de la izquierda de hoy, donde no existía la propiedad privada de los medios de producción, sólo colonos e inquilinos de Yaveh, amparado por instituciones como el año jubilar y el año sabático, para impedir el retorno de la pobreza y la prevalencia del dios del dinero, el dios Mamón. Cada cuarenta años volvían las tierras a manos de sus primitivos cultivadores, un año de cada siete se dedicaría, según aquella utopía, al cultivo del espíritu, a conversar con el vecino a la sombra de la higuera familiar. Es sabido que el concepto de propiedad de los primitivas comunidades cristianas fue evolucionando hasta identificarse con el derecho Romano que llegaría hasta nosotros a través del Código de Napoleón. Por eso hoy el látigo de los profetas que florecieron en la monarquía israelita está en las manos de los movimientos alternativos globales de lucha contra la pobreza. No cabe esperar que nuestros obispos denuncien como obscenas, que lo son, leyes como la de expropiación forzosa o el desahucio de familias atrapadas en la pobreza extrema. Tampoco es previsible que el día de Santo Tomás de Aquino, patrono de la grey estudiantil, alguien nos recuerde que «en caso de extrema necesidad, todos los bienes son comunes».

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