Tralará

DIFÍCIL papeleta la de ellos y la nuestra de cara al 9M. La de ellos, los políticos, la de ilusionar y convencer; y, claro, para lograr esta doble finalidad hace falta credibilidad, y el caso es que en este sentido... Y la nuestra, la de una ciudadanía machacada y maltratada durante los últimos cuatro años, objeto de una descomunal falta de respeto como depositarios de la soberanía nacional; ah, vale, que lo nuestro es meterla en la urna y... campana y se acabó. Quizás deberían empezar por ahí, por respetarse y ganarse nuestro respeto, acercándose de nuevo, codeándose con la calle; ya está bien de desembarcar con carpa, atril y séquito, soltar unas palabras mediáticas, tomar un viño español (al menos que sea de la D.O. Bierzo) y hasta la siguiente; de carpa en carpa y «largo» porque me toca, y aunque no me toque. Sespués tienen los bemoles de hablar del puerta a puerta; decir que se hace eso hoy en día es llamarnos gilipuertas, con perdón de la expresión, no vaya a ser que en el actual clima de buenas formas en que vivimos, alguien pueda sentir herida su sensibilidad. Venga pues, un poquito de por favor, de autocrítica y hasta de demagogia -sí, un poquito se permite- y un muchito de... no sé, es que nos lo han puesto francamente difícil. El caso es que ustedes inténtenlo, que a lo mejor poco a poco logran que volvamos a tener las «ideas claras» y podamos ir camino de las urnas a «votar con todas nuestras fuerzas». Y no quiero cabrearme, no quiero entrar en «tensión» ni en «dramatismos», leñe, que me esperan nada más y nada menos que 15 días en el paraíso. Sí, porque después de haber vivido durante cuatro años en medio de un infierno político, entre unos y otros nos dibujarán estas dos semanas un panorama de ensueño. Eso sí, el día 10 se acaba; aunque, por si acaso, pongan el despertador.