Diario de León
Publicado por
JOSÉ A. ÁLVAREZ FIERRO
León

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HOY SÁBADO, 8 de marzo de 2008, debiera ser un día de tranquilidad y reflexión para la ciudadanía de cara a la cita de este domingo con las urnas. Reflexión la habrá, sin duda, pero también tristeza, y mucha. Las arterias de la democracia han sufrido un nuevo corte; la sangre de un demócrata ha vuelto a correr tras la dentellada asesina de quienes justifican y se refugian en el terror. La mediocridad y mezquindad humanas hacen no pocas veces que únicamente la tragedia, las situaciones extremas, llamen de forma desesperada y alarmante a la puerta de nuestra dignidad, de nuestro «yo-persona», para provocar un cambio en nuestras dinámicas cotidianas, ya sea dentro de nuestro ámbito de la vida privada o sociolaboral. Y ésto también tiene perfecto traslado al escenario de la política, donde en ocasiones nuestros representantes sí saben y pueden, pero no quieren, estar bien avenidos y situarse, ya no en el mismo lado -que lo están-, sino en la plataforma de esa estrategia de lucha y esfuerzo conjuntos donde la ciudadanía, no sólo queremos, sino que exigimos verlos. Y en la batalla contra quienes emplean el terror y el asesinato para tratar de lograr sus pretensiones, poniendo de rodillas a la sociedad y sus dirigentes, no puede darse lo que irritada y tristemente la ciudadanía hemos tenido que sufrir a lo largo de esta legislatura que expira: el enfrentamiento permanente que los dos partidos con mayor representación en este país han llevado a cabo en materia de política antiterrorista. A los ciudadanos, en estas cuestiones, ya no se nos engaña tan fácilmente con el viejo truco de «nosotros somos los buenos y ellos los malos», y vivecersa; si aquí, los malos, todos sabemos quienes son: los que aprietan el gatillo. Por lo tanto ustedes, quienes ocupan sillas y sillones públicos, tienen la obligación, por respeto hacia el pueblo, del que forman parte, de estar unidos en terrenos como el de la lucha contra el terror. Y no valen excusas. Se lo exigimos, y saben que estamos de sobra legitimados. Porque en la lucha contra el terror, al votante demócrata no le preocupan las siglas, sino la estrategia común de sus representantes, hayan ganado o perdido las elecciones. La ciudadanía ni quiere ni se merece ser maltratada por quienes han sido elegidos para trabajar en la escena política; todo lo contrario, debe ser escuchada y debidamente atendida cuando se expresa, y no sólo cuando hay urnas de por medio. Contra la imposición por las armas, todos a una -sin duda, la mejor arma-.

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