Educación compartida
SIN LLEGAR a la insumisión expresa como en la Comunidad de Madrid, en Castilla y León no se imparte, de momento, Educación para la Ciudadanía. Sospechan nuestros gobernantes que puede estar contaminada del ideario socialista. Efectivamente, mande quien mande, existe el riesgo de que unos y otros traten de llevar el agua a su molino ideológico, en esta y en otras disciplinas académicas. Por eso la ley orgánica que la regula incluye la garantía de que puede ser adaptada al ideario de cada centro docente. Digo «otras disciplinas» porque aún conservo el texto de Historia contemporánea que estudié en la adolescencia, que califica a Manuel Azaña de pervertido moral y al general Mola de «caballero cristiano y español». Algunos obispos, por otra parte, impugnan la asignatura en nombre del derecho natural, olvidando que no puede existir interpretación vinculante, civil o eclesiástica, donde no existe derecho positivo, por lo que los grandes maestros escolásticos definían a la conciencia como «pregonera del derecho natural» según doctrina elaborada en los tres primeros siglos del cristianismo que recoge la constitución «Gaudium et Spes» del Vaticano II, situando el derecho natural en el territorio acotado e inviolable de la conciencia : « el derecho natural es una voz que resuena cuando es necesario en lo profundo de la conciencia del hombre». También es cierto que se habla mucho por un lado de derecho de los padres y por otro de competencia del Estado y poco de alumnos y profesores para una tarea que no será eficaz si no se diseña con la complicidad de sus verdaderos protagonistas. De otra forma dejará poca huella, pues sabemos que a los españoles, da igual que se llamen Sancho o don Quijote, no nos gusta que nos lleven del ramal.Todos sabemos que enseñanzas impartidas a machamartillo y en régimen de monopolio han producido el efecto contrario en sus destinatarios. Con razón un eclesiástico amigo mío, muy crítico con la flojera moral, no lo es menos con el colectivo de su pertenencia. En aras de esa integración, pensando en la raíces cristianas de occidente, incluso en el creciente arraigo de metafísicas orientales como el combate de la filosofía budista contra el sufrimiento, no creo que las bienaventuranzas, o las parábolas del buen pastor y el hijo pródigo por poner algunos ejemplos, choquen con la Constitución española o la Declaración Universal de Derechos Humanos. Otra cosa sería que se intentara colar por esta vía el ideario de la Faes o del nacionalcatolicismo.