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| Reportaje | Los enigmas de la Anunciada y San Nicolás |

La conexión flamenca desde Roma

La investigación que ha llevado al descubrimiento de las pinturas de Bril y Cobergher en Villafranca arrancó hace cuatro años con la transcripción de un desconocido documento

Publicado por
Paula Díaz - corresponsal | villafranca
León

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En cuestión de días los 31 cuadros de Ermitaños que se conservan y que decoran las paredes del convento de la Anunciada en Villafranca han pasado de ser obra de un pintor desconocido a ingresar en el catálogo de algunos de los grandes pintores flamencos residentes en Roma a caballo entre los siglos XVI y XVII. A estos lienzos, se unen también dos más localizados en la iglesia de San Nicolás El Real. Se trata de un tercio (el resto desapareció a consecuencia de los expolios sufridos durante las guerras Napoleónicas y la desamortización de Mendizábal) de un tesoro que hasta el momento era desconocido. ¿Quién y cómo lo descubrió?. Año 2004. Roma Un grupo de expertos de las universidades de Gerona y Autónoma de Barcelona recogen datos en archivos romanos en el marco de un proyecto de investigación que, bajo el título 'La encrucijada europea de las artes del renacimiento', patrocinaba el Ministerio de Educación y Ciencia. En este escenario, concretamente en el Archivo Histórico Capitolino, el doctor en Historia del Arte y profesor de Pintura Holandesa y Flamenca, Joan Bosch localizaba un interesante documento. «Se trataba de una referencia a propósito del V marqués de Villafranca, Pedro de Toledo, que nos sorprendió por la ambición de la propuesta. El marqués de Villafranca, en el año 1601, encarga una serie espléndida de cuadros de Ermitaños, concretamente 90, un grupo de pintores flamencos muy conocidos en la Roma del momento como excelentes paisajistas», explica Joan Bosch. Se trataba de Paul Bril, Wenzel Cobergher, Jacob Frankaert y Willem I van Nieulandt. Sin embargo, este documento, recogido junto con otros centenares, se quedó en la memoria de un ordenador, a la espera de ser traducido y analizado en profundidad, algo que sucedió a lo largo del 2007. «Una vez que empezamos a hacer la trascripción del documento comenzamos a preguntarnos qué sucedió con estos cuadros», señala Bosch a la vez recuerda como uno de los pasos más importantes que dio la investigación fue cuando, a través de publicaciones de José María Voces Jolías y del catálogo de la exposición de las Edades del Hombre en Astorga, hasta donde viajó una de las pinturas de la Anunciada, se dan cuenta de que en Villafranca se conservaban algunos cuadros de la misma temática que los que estaban documentando en Roma, es decir, de Ermitaños. «Entonces, nos empezamos a inquietar por la posibilidad de que hubiera una relación entre la noticia romana y los cuadros de la Anunciada», aunque las ilusiones se desvanecieron, puesto que en la bibliografía leonesa los cuadros constaban como obra documentada del pintor italiano Giuseppe Serena, por lo que el interés inicial del documento romano se convierte tan sólo en un dato enriquecedor de la biografía del genial Paul Bril, sin ninguna trascendencia para el patrimonio español. En cualquier caso, el doctor en Historia del Arte se mostraba desconcertado, puesto que, según explica, «Giuseppe Serena es un pintor desconocido, sin otras obras conservadas que permitan compararlas con los Ermitaños de Villafranca y asegurarnos de que efectivamente es su autor». La sorpresa, cuenta Joan Bosch, llega a finales del 2007 cuando empieza a escribir su artículo sobre Paul Bril y el rigor metodológico le empuja a consultar el documento que, según las bibliografías leonesas, era la base para atribuir los lienzos a Giuseppe Serena. Una fase de la investigación que le llevará hasta el Archivo Ducal de Medina Sidonia. Año 2007. Sanlúcar Joan Bosch llega accede a los legajos del archivo ducal de Medina Sidonia, donde encontrará el documento original que fundamentaba la atribución de los cuadros a Giuseppe Serena, pero también descubrirá que dicho escrito no había sido bien interpretado. «El documento nunca dice que Serena fuera el autor de los cuadros de la Anunciada, sólo dice que el marqués de Villafranca intentaba atraer a su casa a un pintor llamado Giuseppe Serena». Entonces, lo «que queda muy claro es que Serena no está relacionado con los Ermitaños». Así, el documento romano y la hipótesis flamenca volvían a estar de actualidad. «Descartada la participación del italiano, que siempre era desconcertante, porque resultaba bastante contradictorio con el aspecto que tienen los cuadros, llamémosle flamenco pata negra y porque con esa cronología era prácticamente imposible imaginarse a un pintor italiano pintando como un flamenco, empezamos a sospechar que efectivamente los cuadros que encargó el marqués en Roma podían ser los que se conservan en la Anunciada». Una hipótesis que tomó más cuerpo cuando llegó a sus manos un artículo publicado en el año 1993 por la hermana Carmen Arias sobre la historia del convento, en el que se recoge como en 1620 el marqués de Villafranca, tras dejar la primera línea de la política imperial, hace entrega al convento de la Anunciada, fundado precisamente por su hija María, de diversos ornamentos importantes entre los que se encontraban los cuadros. «Este artículo nos da la clave para vincular el aspecto flamenco de las pinturas con el documento romano. Quedaba claro que los cuadros encargados por el marqués en 1601 son los de la Anunciada. Se corresponden temáticamente y el estilo se corresponde no solo a la manera flamenca de pintar, sino también a la manera de pensar y de pintar del paisaje de Paul Bril», subraya Joan Bosch. Año 2008. Villafranca Hasta el momento todo el trabajo de identificación de las pinturas se estaba haciendo a través de fotografías. Quedaba hacer las comprobaciones pertinentes sobre el terreno. «En cuanto hemos visto los cuadros físicamente la duda, si es que quedaba alguna, se ha evaporado, se ha difuminado completamente» explica Joan Bosch. «El color de los cuadros es el color de otras obras conservadas de Paul Bril y de Wenzel Cobergher». Un Paul Bril que pintó paisajes de Ermitaños para el cardenal Federico Borromeo, uno de los más importantes e influyentes personajes de la Italia de la época, conservados en la Pinacoteca Brera de Milán y un Wenzel Cobergher que acabó siendo pintor y arquitecto de los archiduques Alberto e Isabel Clara de Austria en la corte de Bruselas. Ahora, la iglesia de la Anunciada, el templo de San Nicolás y por extensión Villafranca, Castilla y León y España tienen un nuevo tesoro. Unas joyas del arte que, sin lugar a duda, hay que conservar y dar a conocer, pues se trata ni más ni menos del ciclo pictórico más rico de los realizados por los maestros flamencos que se conserva fuera de Italia y, junto con los ciclos de frescos con paisajes que realizó en iglesias y palacios romanos, el más importante de los que se relacionan con Paul Bril en Europa.