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Publicado por
JOSÉ A. ÁLVAREZ FIERRO
León

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APUNTABA con amarga razón el compañero Toño Criado, con motivo de su pregón días atrás en la Feria del Libro de Ponferrada, que El Bierzo cuenta con una larga y encomiable lista de excelentes autores que no han sido leídos ni valorados suficientemente. Aún partiendo de la injusta base de que nadie es profeta en su tierra y de que el nuestro es un país que no se presta en demasía a la lectura de obras literarias -del chisme rosa, mejor ni hablar-, uno tiene la sensación de que, efectivamente, existe un general y acentuado desconocimiento en nuestra comarca hacia sus no pocas y excelsas figuras de la pluma pasadas y presentes. Escritores que nada tienen que envidiar a los que asiduamente monopolizan la esfera popular y comercial del gremio. Y es que es cierto. Parece como si a veces las distintas expresiones culturales y artísticas estuvieran en manos de tres o cuatro, siempre los mismos, de forma permanente. Si se habla de pintura, hay que recurrir a fulano; de literatura, a mengano; de historia, a citano... dando la sensación de que un reducido círculo de elegidos lleva las riendas de la historia y el arte de la comunidad. Y mientras tanto, tras el telón, grandes mentes de la creación y la expresividad trabajan duro y desarrollan su faceta intelectual y artística desde el anonimato. El Bierzo, como en otros rincones de este país y del mundo, ha dado, está dando y a buen seguro dará grandes creadores en los diversos ámbitos relacionados con la cultura. A nosotros lo que nos queda es hacer un esfuerzo por, en primer lugar, saber que existen y, en segundo término, tratar de ir poco a poco accediendo a sus obras, su legado cultural. Hay que conocer para saber valorar lo de casa, y con más motivo cuando es realmente bueno. La ignorancia nos lleva a veces a reverenciar lo extraño en detrimento de lo propio, que paradójicamente por ser cercano y estar a nuestro alcance, acaba no pocas veces por ser objeto de un absoluto desconocimiento. Pongamos en valor a nuestros autores, algo para lo que no hacen falta grandes desembolsos ni parafernalias; es algo tan sencillo como tener conocimiento de que están ahí, a la vuelta de la esquina, con sus mejores obras bajo el brazo dispuestos a compartirlas con todos nosotros. Introducirnos por algunas de las sendas que sus manos creativas han trazado es, sin duda, el mejor de los tributos que les podemos rendir. La historia de cualquier pueblo o comunidad se refleja en parte en las historias de sus activos intelectuales, culturales y artísticos.