Viviendas sociales

LA CONSTRUCCIÓN DE un grupo de diez viviendas sociales en Noceda está siendo noticia, más que por el contenido y por la cuantía del asunto, por Las críticas del alcalde al grupo municipal socialista que se abstuvo en la votación en pleno, que sería tanto como, en su opinión, oponerse al progreso del municipio que se apoyaría, en este caso, en un dato aislado, desconectado de cualquier estrategia de desarrollo rural sostenible impulsada desde el propio Ayuntamiento, que no la hay. Teniendo en cuenta que en Noceda es la primera vez que se hace un grupo de viviendas «protegidas» estaríamos de acuerdo, por una vez y sin que sirva de precedente, en que se trata de algo relacionado con el desarrollo del municipio. Pero ello merece una más amplia reflexión. Es sorprendente que la Junta lo haga ahora sabiendo que Noceda tenía 1.776 habitantes en 1900, 1.509 en 1970, 1.001 en 1995 y 845 al día de hoy. Las iniciativas políticas, como las virtudes, deben ser conexas y compartidas. Cuando los socialistas comparecimos a las elecciones locales en Noceda hace tres décadas, lo hicimos con un programa participativo y pedagógico. Queríamos detener el despoblamiento allí con la creación de un colegio público para la zona, el colegio Antonio Machado para asentar población infantil; las instalaciones deportivas para los jóvenes en todas las localidades, la cooperativa Gistredo y el Camping para crear nuevos empleos, la residencia para ancianos y un grupo de viviendas sociales en Chanos. Cuando la Junta perdió las elecciones en Noceda y las ganó en Valladolid, durante varios lustros nos castigaron congelando la residencia y luego reduciéndola a la mitad del proyecto; su actitud frente al camping y la cooperativa fue y sigue siendo cualquier cosa menos amistosa. En cuanto a las viviendas sociales razonaron los mismos que habían segado las otras tres patas del proyecto, que al no crecer el municipio carecía de base la iniciativa. Como sentenciaron aquellos dos sabios, si a la cucaracha se le cortan las cuatro patas, se vuelve sorda. Ahora quieren cumplir una promesa posprandial, a impulsos de una queimada, sin explicarla a nadie y menos que a nadie a la oposición, que no sabe si el proyecto respetará la arquitectura rural popular o más bien se ajustará al modelo nefasto de la obra sindical del hogar. Dicho todo esto en defensa de mis compañeros de Noceda y en defensa propia, pues mis responsabilidades tuve en aquella etapa de la transición democrática.