Aicha, la topógrafa del desierto
La joven saharaui que logró regresar al Bierzo para estudiar, tras dos años retenida por su familia en los campos de refugiados, cumple su sueño y se titula en el campus de Ponferrada
Su tarjeta de residente pone que es apátrida. Pero si el documento hiciera referencia además a sus estudios y a su profesión, desde hace unas semanas tendría que decir que Aicha Embarek Al-lal, la joven saharaui que hace cinco años regresó del desierto argelino para poder estudiar una carrera en el campus del Bierzo, también es topógrafa. Y ha conseguido un buen empleo ayudando a construir potabilizadoras, depuradoras y desaladoras en la empresa leonesa Ventop Ingeniería. Aicha, que vivió una pesadilla, ha cumplido un sueño. Después de permanecer durante dos años retenida por su familia biológica en los campamentos de refugiados de Tinduf, después de un intento de fuga que la llevó a disfrazarse de hombre para llegar hasta Mauritania, donde la detuvieron, y después de que la familia de acogida con la que convivía en El Espino (Vega de Espinareda) desde los 12 años capitaneara con éxito una movilización popular para que la dejaran volver, Aicha Embarek, que ya ha cumplido los 25, es una de las primeras cuatro topógrafos titulados en la primera promoción del campus del Bierzo. «Cuando volví, el vicerrector me animó a estudiar Topografía, me dijo que tenía mucha demanda», aseguraba ayer en la casa de su familia de El Espino, recordando su reciente etapa en la Universidad (se graduó en febrero), donde iba a estudiar Industrias Agroalimentarias cuando en el verano del 2001 viajó a Tinduf para visitar a sus padres y ya no la dejaron volver. Aicha ha estado trabajando en las últimas semanas en la construcción de una potabilizadora en Aranjuez, hoy viajará a Almería para ayudar en las obras de una depuradora, pronto se podrá con otros proyectos en Hospital de Órbigo, y le gusta pensar que en un futuro, todo lo que está aprendiendo le podría servir para abrir su propia empresa y mejorar el abastecimiento de agua en un Sáhara libre. «Montaría una empresa en el Sáhara Occidental y construiría depuradoras y desaladoras», afirmaba ayer, soñando con el regreso a su tierra de los doscientos mil refugiados que llevan 33 años en el desierto argelino, donde nació. «Empresaria árabe» Aicha no quiere ser un símbolo por su pasado. «Ser empresaria árabe sería más simbólico», dice esbozando una sonrisa. Sabe que no es frecuente que una chica saharaui se titule en una Universidad española y después de su experiencia, recela abiertamente del papel que la sociedad magrebí reserva a las mujeres. «Son más abiertos que la mayoría de los países árabes, la mujer no tiene que ir tan tapada, pero nadie me tenía que retener allí en contra de mi voluntad. No es como en Arabia Saudí, pero para cambiar (su mentalidad) se necesitará mucho tiempo», dice. Contenta con su paso por la Universidad -«éramos 30 en clase y nos conocíamos todos»- la joven quiere animar a los bercianos a aprovechar las oportunidades que ofrece el campus de Ponferrada. De nuevo con una sonrisa. «¿Te sientes feliz Aicha?», le pregunta el periodista. «Me siento genial», responde.