Alexandra Domínguez
EL OFICIO del ángel es un bello poema de Alexandra en el que dice «Escribo con restos, con estos restos escribo, / la poesía es un bello animal asustado». Ella nació en Chile, bebió de aquél aire y comió sus frutos, y allá, en el Sur de América, las poetisas son voces amadas y respetadas en una larga y digna tradición de lírica femenina, desde Sor Juana Inés de la Cruz, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, hasta Alejandra Pizarnik o Blanca Varela. Pero ella considera que poetisa es un término decimonónico, un poco cursi, y prefiere la palabra poeta. Poeta como Gonzalo Rojas, como Nicanor Parra, voces de su origen a las que Alexandra añadió otras «lecturas clásicas de Europa», empezando por Rimbaud, y Keats, Eliot, Rilke, René Char¿ Ahora es un puente entre dos continentes, reunidos en su arte y en su palabra, aunque, físicamente, el avión que la lleva -a su Chile natal- y la trae -a España, donde vive- tarde 14 horas. En los dos continentes ha expuesto su obra. También en Ponferrada, en la Galería Siena. Pero esta vez la pintora Alexandra ha traído también sus poemas a Bembibre, a las Tardes de Autor. Tiene dos libros publicados: La conquista del aire , Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, y Poemas para llevar en el bolsillo , Premio de Poesía Rincón de la Victoria. En su poesía hay belleza lingüística, tensión poética, realismo y metafísica, lo cotidiano y lo extraordinario, la memoria personal y la conciencia social, y «Así es la vida, razones para arder¿» Su pintura es también su poesía. Cuando vi sus cuadros en la Galería de Arte Ármaga, en León, quedé fascinada. Eran distintos a los que conocía de ella. Lo onírico, lo simbólico, lo surreal, se había quedado en silencio. Sólo el color invitando a pasearse por lo invisible, una mayor desnudez que propiciaba el temblor de lo misterioso, un derroche de sensitiva inteligencia. Victoriano Crémer escribió refiriéndose a esta exposición "me asomé a sus cuadros, tan vibrantes, tan misteriosos, tan embebidos de alma". Y fue entonces cuando quise leer sus poemas. Y en ellos hallé la rebeldía y la inocencia de lo auténtico. Sí, "la poesía es un bello animal asustado", por eso, hay que acercarse a él con inocencia, con honestidad, con humanismo, con una conciencia digna en la que los otros también somos nosotros. Algunos descubrimos a ese bello animal asustado en la niñez, y para acercarnos, y para no perderle, siempre cuidaremos una manera de ser en este mundo: ser poeta.