Diario de León
Publicado por
FERMÍN LÓPEZ COSTERO
León

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DE UN tiempo a esta parte, a muchos bercianos se nos aparece la Virgen, la de la Encina, que está de peregrinación por los pueblos de la comarca celebrando el centenario de su coronación. La imagen viaja en un curioso morenicamóvil , que la protege de las inclemencias, de los baches y de cualquier otra sanjuanada inoportuna. También Rajoy anda de peregrinaje recabando apoyos para su causa: desplazar al PP desde la extrema derecha, en la que eufóricamente lleva instalado un par de legislaturas, hasta el centro derecha. El gallego, que es un esforzado deportista de sofá y puro, se ha dado cuenta de que con la táctica actual no se ganan los partidos, no se puede gobernar. Hasta ahora, el PP había basado su estrategia en jugar al contragolpe, confiando en una defensa ultra (ultradefensiva) y contundente, en la que descollaban dos centrales durísimos (Acebes y Zaplana), y en el acierto de sus hábiles delanteros. Pero esto supuso entregar el centro del campo al PSOE; y los socialistas se caracterizan por contar con una media fabulosa, de mucho toque, extraordinariamente creativa y capaz de repartir mucho juego a sus fichajes extranjeros, perdón, nacionalistas. Si bien no cuenta con delanteros tan resolutivos como el PP, el equipo socialista es letal a balón parado y a los populares ya le ha metido goles por la escuadra. Quien proclamaban eso de que «¡España se resquebraja!» ahora ve cómo el PP se desmenuza (y Pepiño se descaralla de risa). Rajoy también debería desplazarse en algún artilugio similar al de la patrona del Bierzo, para protegerse de las puñaladas de los suyos, especialmente de las que le asesta la afición -los episcopales federicos, los pedrojotas y demás luceros del alba- y también aquellos jugadores de su plantilla que ahora han sido relegados porque no valen para desarrollar el tipo de juego que Rajoy pretende, más vistoso y parecido al del PSOE. Entretanto, los socialistas bercianos continúan con su arcaica y sangrante peregrinación interna; son como la mafia, en el sentido de que está organizado en familias, dirigidas cada una de ellas por un capo. Por eso, cada vez que una de esas familias se entromete en los «negocios» de otra, rápidamente se producen los ajustes de cuentas y los ametrallamientos: ¡Ra-ta-ta-ta-tá, bang, bang; ra-ta-tá, bang¿! Como en las películas: Padrino, ¿aperrillamos ya a Saavedra?; Aún no. Esperad a que el sheriff Riesco le asigne una suculenta dedicación exclusiva. Luego, a por él; de acuerdo, Padrino; esto¿ Michele; ¿sí, Padrino?; ya sabes¿ Que parezca un accidente.

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