Bierzo herido y luminoso
«EL BIERZO es una forma de vivir», como dijo el cardenal de Sevilla, un tal Amigo, con motivo de su visita a Ponferrada para la apertura del Año Jubilar. El Bierzo es una forma de vivir como muchas otras, ni mejor ni peor, aunque a uno le parezca la mejor por aquello de lamerse el ombligo en gesto autocomplaciente y acrobático, autoengañador y placentero, porque en todas partes se cuecen fabas, y en la nuestra a calderadas. Ese Bierzo fermoso y ensoñador, que nos hemos forjado, sobre todo en la imaginación y la distancia poéticas se queda en nada en cuanto uno atraviesa el Manzanal, o Piedrafita, y no digamos los Pirineos, porque, mal que les pese a nuestros politiquines y voceros de la matria chica, el Bierzo no pinta nada en el mapa mundial, aunque ahora nuestros vinos nos están dando cierta proyección internacional, lo que nos entusiasma. El vino como seña de identidad, pues esto de la identidad es algo confuso, incluso un comodín que se sacan de la manga algunos mañosos jugadores, y que utilizan cuando les viene bien. Mejor sería hablar de una idiosincrasia, de una peculiaridad que casi siempre es menor de lo que uno cree. ¿Porque cuál es nuestra singularidad? Quizá estar olvidados y despoblados -cuántos ados/hados, santo dios-, como el resto de la provincia, que tampoco anda mejor de salud, en este «Reino perdido», como bien dice Julio Llamazares. Sólo hay que darse una vuelta al día en ochenta mundos, para comprobarlo. El Bierzo es no más un alto en el camino para los peregrinos (pelegrinos, dicen en mi pueblo, acaso por influencia francesa o italiana) hacia Santiago. Cuando uno habla de Ponferrada, a los nórdicos les suena a chino mandarín, y así en este plan. Bueno, a los daneses debe sonarles algo, que no en balde han montado una fábrica de palas eólicas para abanicar nuestros bellos y escombrados montes. Y esto nos llega al alma, porque el Bierzo, que alguna vez pudo ser un vergel, como aseguran los románticos, está fumarolo, que no fumado, de contaminación, y algunos de nuestros ríos hieden a basuramen, porque hay mucho meollo y vertido indiscriminado. Y ahora quieren encasquetarnos la incineradora de la cementera Cosmos en Toral de los Vados. Otra de las aberraciones contra la que los bercianos, ecológicos y ecologistas, debemos defendernos, apoyando a la nueva plataforma, Bierzo Aire Limpio. Todos unidos, qué utopía, verdad, José Ángel, para que el Bierzo no sufra más puñaladas en su vientre herido y luminoso.