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ESTER FOLGUERAL
León

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NACER EN el Bierzo conlleva sus peculiaridades, como nacer en cualquier otro sitio tiene las suyas, es más, hay quien dice que los de aquí somos gente rara, pero yo creo que hay algo que nos iguala a todos, y es que, en las madrugadas grises de «los lunes al sol», nadie tiene prisa. Ni aquí, ni en el Mediterráneo, ni en el Sur. Puedes estar en la cabina de un camión en huelga, que en realidad, como no tenías trabajo, sólo has cambiado de sitio. O en tu casa, pensando en cocinar otra vez lentejas, sin prisa ya ni para ir al mercado, donde el pescado está imposible. O mirando despacio esas casas que construías y ahora, como ya no se venden, pasas a ser un número más en el territorio de «los lunes al sol». Ya no hay prisa, visitaste esta semana dos veces la oficina del paro y ahora puedes mirar despacito los suplementos dominicales llenos de bikinis y esas vacaciones al sol que no tendrás. El destino de tus vacaciones es tu casa, o sea, tú hipoteca, en el mejor de los casos, porque aún puedes perderlo también, por falta de pago, y acabar en un pajar reconvertido a marchas forzadas en vivienda habitual. Hay vencedores, perdedores, y supervivientes, que, como bien dice Rosa Montero, son los que no se rinden jamás. Hay biografías donde deberían poner de profesión: superviviente. Tal vez sobrados de espíritu, o de ideales, según el registro en el que cada cual se confiese, no quieren «convivir venciendo a los demás», aunque tampoco se rinden. Por cierto, la letra de esa canción sigue: «nuestra sociedad es un buen proyecto para el mal». Demasiado trabajo para los curas exorcistas que catalogan demonios, no sé si visibles o invisibles, que yo no he visto ninguno, aunque sí gente mala. Pero como decía Marco Aurelio en sus Meditaciones , «Sólo los locos persiguen lo imposible. Imposible es que los malos no cometan maldades». Y maldad es decir que no hay suficiente para todos, cuando desde niños sabemos que en este mundo, lo que hay, está muy «mal» repartido. No hay prisa. Puedes escoger ir al bellísimo y moderno puente blanco del Centenario, en Ponferrada, al muy deteriorado de Bembibre, o jugarte el tipo en el puente de Cacabelos, donde no hay espacio para peatones y coches a la vez. Incluso cruzar el río Oza, yendo hacia la cueva de San Genadio, por unas simples piedras, jugando a no resbalar. ¿Quién reparte lo que hay? ¿Quién reparte los malos diablos? Yo, como el pobre diablo de Víctor Manuel, «Soy un corazón tendido al sol».