En la película de gánsters

EN RIEGO de Ambrós los vecinos están viviendo como si estuvieran en una película de gansters y mafiosos, que como sabemos provienen de la inmigración y los bajos fondos de la sociedad. Los de Ambrós andan atemorizados por si las moscas, no vaya a ser el demoi, disfrazado de arcángel exterminador, que haga de las suyas y a su antojo. Nadie está libre de los timadores, ni quiera en un pueblecito como éste, por donde pasan peregrinos en busca de la gloria eterna. Hemos llegado a tal grado de inseguridad, que ni en una aldea está uno a salvo y en paz. La globalización de la aldea es una realidad. Aquello que proponía Epicuro acerca de retirarse al jardín, o el huerto, con sabio criterio, deja de tener sentido en este mundo unidimensional, en el que prima el hurto, la sin razón, la sofisticación del ser humano en su lado más oscuro. Nada nos pilla de sorpresa en este universo donde el dinero lo manda todo, y el personal se infarta por dinero, el significante que pudre todos los significados, o por falta de éste, porque el capitalismo nos ha pulverizado, y cada día somos más esclavos de nuestras miserias y nuestras jornadas laborales. Al final acabarán devorándonos las ratas de tanta mierda como atesoramos, porque el dinero también es mierda. El personal se inventa cualquier excusa para darte el palo, porque todo cristo quiere vivir del cuento, ¿queréis que os cuente el cuento del gallo capón?, como en Cien años de soledad. Al parecer, los timadores provienen de la Europa del Este, porque toda la rumanería y gitanada balcánica no tiene buena reputación en esta España que, desde hace algunos años, está sufriendo los desencajes de una inmigración antes desconocida, a la que se pretende echar el freno, porque las fronteras no dejan de ser un cruel invento, que el gentío suele pasárselas por el forro, porque lo que aún no hemos globalizado es la riqueza, el supuesto bienestar occidental, donde lo que cuenta es tener y tener hasta reventar. Como vemos, por ejemplo, en El sentido de la vida de Monty Python. Lo que está ocurriendo en Riego me recuerda una película de Fellini, Il Bidone, Almas sin conciencia, que nos muestra una historia dramática, cuyos personajes, derrotados de antemano por la miseria, viven o malviven a salto de mata gracias a esos robos y engaños. Resultan conmovedores y patéticos y a la vez dignos de conmiseración. Unos piernas o almas penuriosas. Como podrían ser los personajillos que intentan sangrar a los de Riego.