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Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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DECÍAMOS que Europa ha optado por la política cegata de poner puertas al campo en materia inmigratoria, impulsando leyes que tienen poder de atraer las tempestades. Por desgracia la tempestad está a la vista: 44 países de América y de África se han unido para condenar «este intento normativo de violar los derechos humanos», cosa nunca oída hasta ahora, pues el perfil de Europa a nivel mundial era precisamente todo lo contrario: la acogida, el estado derecho, el desarrollo del «modelo social europeo que llevó a este continente a las mayores cotas de libertad y bienestar social conocidas en el mundo. Ahora expulsará a menores sin respetar los derechos del niño y criminalizará a los sin papeles haciendo imposible el reagrupamiento familiar. Parece que bailamos al son de Berlusconi que, no contento con legalizar la xenofobia, quiere blindarse contra la justicia con la eliminación de las escuchas judiciales para los delitos financieros. Tampoco el Parlamento Europeo ha sido capaz de detener la directiva europea sobre inmigración que prevé la detención de los inmigrantes irregulares hasta 18 meses y la expulsión de los menores. Lo de poner puertas al campo viene a que los movimientos migratorios no se detienen con leyes represivas de modo que esa directiva es tan inútil como una ley que impusiera nuevos rumbos a las aves migratorias, o como las patrullas militares en diez ciudades italianas anunciadas por Berlusconi. Lo de las tempestades es mucho peor, es la confirmación del gran peligro que acecha a nuestras sociedades europeas y a todo el mundo mundial, el enfrentamiento entre civilizaciones, la sensación de agravio creciente en el mundo de los desheredados, esa tempestad imparable cuyas consecuencias sufrirán nuestros hijos durante las generaciones venideras. Por eso están preocupadas profundamente personas tan lúcidas a las que yo he admirado y admiro, como Jaques Delors o Michel Rocard, exigiendo que «Europa debe respetar la dignidad de las personas, los derechos esenciales de los sin papeles y las mínimas garantías hasta ahora vigentes para las personas vulnerables». Pensaba yo, con mucho pesar, que cuando hace apenas unos meses explicaba a los alumnos la teoría del derecho justo, nunca imaginé que iba a ser tema de tanta actualidad entre nosotros. Es el nuevo rostro de las Europa unida y blindada que baila al son de Berlusconi y de Sarkozy, debilitando el derecho de asilo, extendiendo los campos de internamiento e ignorando la Convención de los Derechos del Niño.