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Publicado por
JOSÉ A. ÁLVAREZ FIERRO
León

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FUE AYER, pero da la sensación de que pasó hace tiempo. Me refiero al triunfo de España en la Eurocopa autrosuiza. Efímeras resultan al final las celebraciones, y más cuando nos encontramos en plena crisis, desaceleración, recesión, «dificultades objetivas», profundo bache, período crítico para la economía... En fin, que ya que desde el Gobierno no se ponen de acuerdo en cómo reconocer la gravedad de la situación, sin que lo parezca tanto, podemos dejarlo en que estamos viviendo un «período especial», como la Cuba de Castro tras la caída del Telón de Acero. Por mucho que la Selección de Fútbol de tu país haya hecho historia logrando un brillante éxito, lo cierto es que las «euriborizadas» letras de tu hipoteca siguen llegando, y además con un notable incremento; el combustible continúa por las nubes; tu poder adquisitivo está en números rojos; las colas del paro han vuelto a tener un aspecto, o más bien una longitud, que uno ya no recordaba; tienes la sensación, más bien la certeza, de que desde hace tiempo estás pagando de forma excesiva por un café, un vino o una caña; pese a ser un conductor modélico de cara a tu aseguradora, compruebas cómo un año más el incremento de tu póliza se sitúa muy por encima de la rebaja por no dar disgusto alguno a la compañía; y no podemos olvidarnos de la severa subida en la tarifa de la luz, así como de la jugarreta con la tarifa nocturna. Bueno, y también está por ver qué va a pasar realmente con la medida de los 400 euros que ha dicho el Gobierno: ¿serán verdaderamente un «regalo» o se tratará sencillamente de anticipar en tu cuenta una retención que al final será contabilizada? El año que viene lo veremos a la hora de hacer nuestra declaración de la renta. El no querer llamar a las cosas por su nombre puede resultar eficaz en un régimen totalitario; quizás también, cómo no, tenga sus efectos en una democracia, pero en ella dar gato por liebre ya es hartocomplicado. Y es entonces cuando uno se pregunta si de verdad en ocasiones el político de turno, atendiendo a su jerga y discurso en público, es consciente de la realidad social o si, por el contrario, se encuentra ensimismado en su realidad particular. Pues una de dos, o lo segundo, o está insultando la inteligencia de la ciudadanía. Menos palabros queridos camaradas, pues uno puede eructar o, si lo prefieren, expeler con ruido por la boca los gases del estómago, pero lo cierto es que, en ambas situaciones, va a hacer lo mismo y con idéntico ímpetu.