| Reportaje | La fosa más infame |
«La de veces que yo pisé allí»
La dueña de la vivienda donde aparecieron los restos de la mujer embarazada y su hijo de 3 años, paseados en 1936, nunca preguntó nada, pero sospechaba que estaban bajo su casa
Cuando se compró la casa hace cinco años Marina López Bouza no sabía nada sobre la historia de Jerónima y de su hijo Fernando. Poco a poco, cuando comenzó a tener confianza con los vecinos empezó a saber que habían sido fusilados por los falangistas en 1936, la crueldad de la historia y la posibilidad, muy cercana, de que estuvieran enterrados bajo su propia casa. «Nunca pregunté, pero lo sospechaba». Hace tres o cuatro meses que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica se presentó en su casa con una máquina para detectar si había algún enterramiento. Alguien le había dicho que habían aparecido huesos en el patio interior y, aunque no eran de seres humanos, ella siempre pensó que ése sería el lugar donde fueron enterrados la madre y el hijo después de ser paseados. La máquina de la asociación los encontró en el chamizo que está detrás de su casa, por donde sale al huerto. «Anda que no pisé yo veces por hoy», lamentó ayer después de que terminaran los trabajos para recuperar los cuerpos. En el barrio no se hablaba de ayer otra cosa. Todos hacían comentarios sobre el cruel asesinato de una mujer de 22 años, en avanzado estado de gestación, y de su hijo de 3, como represalia contra su marido por sus ideas de izquierdas. El cofundador de la Asociación para la recuperación de la Memoria Histórica, Santiago Macías, indicó que sólo se habían encontrado tres zapatos, un trozo de una cadena y un colgante, las pequeñas falanges del niño, una parte de uno de los hombros de la madre y algunos huesos más que determinará el forense. Macías indica que, probablemente, como dan a entender el estado de la tierra, la composición ósea se perdió cuando se construyó, por debajo de la casa, una canal que está enterrado a metro y medio de profundidad. Hasta allí excavaron los voluntarios de la asociación, aunque los pocos huesos que encontraron estaban entre 50 y 80 centímetros. Los comentarios señalan que, cuando se construyó la casa, hace poco más de 40 años, ya se localizaron los huesos, pero por miedo a represalias nadie dijo nada. «Nunca se sabrá si esto fue así, aunque la alineación de la casa es muy extraña y parece que la tumba se respetó», declaró Macías. Después de 72 años la historia de Jerónima Blanco y de su hijo Fernando Cabo, de 3 años, es pública. Todos lo sabían en la zona de Flores del Sil, también en Ponferrada y en el Bierzo, incluso en Galicia. Muchos fueron los que vieron, durante tres días de aquel agosto del 36, los cuerpos sin vida de una mujer joven y embarazada y de su pequeño hijo en la cuneta de la carretera, justo al lado de su casa. Isaac, el marido y el padre, no pudo quedarse a vivir en el Bierzo y pudo, después de una larga travesía, comenzar una nueva vida en Pedrún de Torío.