Diario de León
Publicado por
JOSÉ A. ÁLVAREZ FIERRO
León

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«SI ÉSTO sale bien, me haré multimillonario; si sale mal, me haré solamente rico». Son las palabras de un alto directivo del holding inmobiliario Martinsa-Fadesa, que ha pasado de ser una estrella del sector, a estrellarse. La verdad que la frasecita, que si bien en su momento pudo resultar hasta un tanto graciosilla, a día de hoy sigue sonando como entonces: chulesca, prepotente, y lo que es más importante, reveladora de un ya estandarizado hábito en este país, que dice mucho de las intenciones con que acceden y gobiernan sus compañías determinados supuestos empresarios-modelo para la sociedad, que tras permanecer durante un tiempo en la nube del éxito y la abundancia, un buen día se caen de ella, dejando como herencia unos «agujeros negros», del tamaño de los descritos por Stephen Hawking. Ejemplos en España no faltan, ¿verdad? Qué bonito es el capitalismo y el liberalismo económico, que me permiten desmadrarme y dar rienda suelta a mi desmedida ambición, a la vez que juego con las ilusiones y el dinero de los demás. ¿Qué después las cosas se tuercen? Me quedo rico como estaba y ya está; aunque, eso sí, siempre puedo intentar poner un poco de socialismo en mi vida, hacer un paréntesis en mi mundo capitalista, y solicitar el intervencionismo del Estado para que saque a mi compañía del atolladero. Si cuela, macanudo; y, si no, no podré hacerme multimillonario, seré sencillamente millonario. Es que de esta guisa es empresario modélico cualquiera, sabiendo que lo importante es dar el pelotazo inicial, el que me va a procurar un nada desdeñable seguro de vida, y cuando se avecine el caos financiero de mi empresa, ya están ahí mis amigas las administraciones para inyectar pasta y sacerme las castañas -en almíbar y del Bierzo, riquísimas- del fuego. Resulta lacerante esa política empresarial basada en el capital privado pero que, en un momento dado, puede contar con el chaleco salvavidas de las arcas públicas, en las que desembocan los dineros de la ciudadanía. Es la vía de la doble financiación, a la que se acude con la excusa de que dejar morir a un gigante económico, traería irreparables consecuencias para la sociedad. Y, claro, lo mejor es que a pesar de una mala gestión, lo mantegan con vida quienes han visto de un tiempo a esta parte considerablemente incrementados los recibos de la hipoteca, la luz, el gas, la tarifa nocturna o los seguros, así como los precios de los alimentos básicos o el combustible. ¡Viva el socioliberalismo económico! El ciudadano de a pie, el mejor socio.

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