| Reportaje | Otro ejemplo del mozárabe berciano |
Bajo las lajas de San Salvador
La segunda fase de la excavación en la ermita de Toral de Merayo descubre el suelo de pizarra, la existencia de un pórtico y una necrópolis pleno medieval de los siglos XIII o XIV
La primera excavación realizada a principios de año sacó a la luz los restos de la desaparecida ermita de San Salvador de Toral de Merayo, cuyo ábside con forma de herradura revelaba su pasado mozárabe, y en esta segunda fase, la empresa arqueológica UnoVeinte ha realizado nuevos hallazgos en este templo datado del siglo X. Los trabajos arrancaron a mediados de este mes con un equipo formado por los dos directores del proyecto, Rodrigo Garnelo Merayo y Arturo Balado Pachón, dos arqueólogas y dos peones. En esta segunda fase han excavado todo el interior de la ermita hasta llegar al suelo circulante (suelo original que pisaban los fieles cuando el templo estaba en uso) y el perímetro exterior, actuando sobre una superficie total de 100 metros cuadrados -20 metros menos que en la primera excavación-. Los trabajos ya han dado sus primeros frutos con varios hallazgos que, según apuntó, Rodrigo Garnelo, ya hacen pensar en una tercera fase. Así, el equipo de UnoVeinte -que cuenta con financiación de la Junta- ha comenzado a documentar la necrópolis localizada en el lado suroeste del templo, tras el hallazgo de varias tumbas marcadas con lajas (piedra grande, lisa y plana) de pizarra de los siglos XIII o XIV. «Son pleno medievales, la ermita estuvo en uso hasta el siglo XIX y esperábamos encontrar primero las más tardías, pero no ha sido así», explicó Garnelo. Otro de los descubrimientos realizados en esta nueva intervención en la ermita de Toral de Merayo son los vestigios de un pórtico -en la primera excavación ya apreciaron un muro que sobresalía de la iglesia- que, apuntó uno de los directores, «en aquella época se empleaba para las reuniones del concejo del pueblo porque la iglesia era el único edificio de carácter público pero como en el concejo se trataban temas profanos no podía celebrarse en el interior del templo y se adosaba ese pórtico». En la primera semana de trabajos se extrajo toda la colmatación interior de la ermita hasta llegar al suelo original -a una profundidad de 50 centímetros- que es de barro pisado en la zona del ábside y buena parte de la planta y de lajas de pizarra en la zona de la entrada. «En la entrada las lajas de pizarra se conservan enteras y colocadas, hay muchas posibilidades de que todo el suelo fuera así», puntualizó Garnelo, quien también destacó el hallazgo de dos posibles pilares en el centro de la nave. Estos parecen corresponderse con un arco fajón (elemento estructural que refuerza las bóvedas de cañón), por lo que la ermita de San Salvador se convertiría en un ejemplo más de la transformación que sufrieron los templos en el paso de la liturgia mozárabe a la romana, como ya lo son San Pedro de Montes o Santa María de Carracedo. «A partir del siglo XII surge el Románico generalizado por una disposición papal, los pies y la portada de los templo son adaptados a la nueva liturgia romana», indicó Garnelo. «Siempre quedan cosas por hacer y según marchan la excavación las perspectivas se amplían», afirmó el director, quien cada vez tiene más presente la necesidad de más trabajos para que esta ermita ocupe el lugar que se merece en el mozárabe berciano.