| Reportaje | Los riesgos de un oficio |
Taxistas en el punto de mira
El sospechoso de matar al conductor de un taxi en Las Ventas de Albares era cliente habitual del gremio en Ponferrada y pasaba inadvertido entre sus vecinos de Bembibre
«Nos podía haber tocado a cualquiera», decía ayer el presidente de los taxistas de Ponferrada, Raúl Jato. Y es que el sospechoso de matar a su compañero en Las Ventas de Alvares el pasado 20 agosto, F.D.G, de 49 años, no era ningún desconocido para algunos taxista de la ciudad, que llevaban tiempo trasladándole a Bembibre, donde compartió domicilio con el presunto cómplice del homicidio, P.R.A, de 30 años, y a Cabañas Raras, donde esté último se mudó. Lo de F.D.G, parece fijación con los taxistas, porque ya en 1979 fue condenado por la Audiencia Provincial de Cáceres por la muerte del conductor de un taxi en la localidad de Hervás. Y la Guardia Civil investiga si también está relacionado con el intento de homicidio a comienzos de agosto de otro taxista en Salamanca, que decidió saltar de su vehículo porque temió por su vida. «Se ha paseado una buena temporada en taxis de Ponferrada», añadía Jato, que no deja de preguntarse porque razón decidió robar a su compañero fallecido después de tanto tiempo siendo cliente del servicio. «Nos causa bronca, que sólo haya cumplido 13 años», se quejaba Jato al conocer el amplio historial de delitos del sospechoso, con homicidios, un violación y atracos entre sus antecedentes. Jato teme que, de ser condenado por la muerte de su compañero José Miguel Alves, F.D.G. «esté dentro de cinco o seis años pululando por la calle». Los taxistas siguen teniendo miedo. «La gente está asustada», reconoció Jato. Taxistas asustados F.D.G, cumplió su última condena el pasado año y desde entonces se le había visto en Bembibre, en compañía de P.R.A, residente en la localidad y con antecedentes por tentativa de homicidio por aceptar 50.00 pesetas hace 12 años para matar a un vecino de la villa. Los vecinos del piso de la avenida Villafranca donde han residido los dos detenidos, no salían de su asombro al ver llegar el pasado sábado los efectivos policiales con la pareja de sospechosos para proceder al registro de la vivienda que P.R.A. tenía alquilada. Bastante conocido en la barriada por su trabajo en un establecimiento próximo, P.R.A. «no despertaba sospechas» en quienes no conocían el suceso en el que en 1996 se vio involucrado con otros jóvenes tras haber sido contratado por una mujer de la localidad para que procedieran al asesinato de su esposo. Vecinos desconcertados Durante algo más de una hora, tiempo que duró el registro de la vivienda, ya se había reunido público curioso en el entorno; vecinos que, al salir los agentes policiales y los detenidos lo reconocieron mostrando su asombro. «¿Pero era el pequeñín?», fue la primera pregunta que se escuchó, en referencia a la corta estatura de F.D.G, de constitución menuda. Exclamaciones de extrañeza y asombro se mezclaron con increpaciones del público. «Inimaginable» para la mayoría de los vecinos, después del asombro se compartía también el deseo de «que se haga justicia».