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ESTER FOLGUERAL
León

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SON MUCHOS los que sienten que el año comienza al final del verano, y no en enero. Somos cíclicos, aún dependemos del ritual de la naturaleza , y todas nuestras razones no acallan al animal humano que se expande con el calor y la luz, y se encoge con el frío y la oscuridad. Los días se acortan, y pronto volveremos a guarecernos en nuestras cavernas de invierno, después de las fiestas de la Encina, como reza un popular dicho berciano. Pero aún toca divertirse, terminar de expandirnos, ruido y más ruido, la bullanga. Y luego volver al silencio, como semillitas laboriosas bajo la tierra, con un afán de mantas, abrigos y proyectos. Con el recuerdo y la nostalgia de los días azules, verdes, luminosos; algo así como un paraíso, donde el tiempo era sólo nuestro, decididamente libres. Tal vez el paraíso recordado fue una cabaña en Asturias, un Arca de Noé a salvo del mundo, sobre un acantilado, escondida entre los prados y el bosque. Agua y cielo; todos los colores del mar. Una playa solitaria a la que se bajaba por un camino umbrío entre eucaliptos y helechos. Ni siquiera cuando la tormenta la golpeó, cuando el viento rugía entre las tablas y parecía diluviar, dejó de ser un paraíso. Simplemente volaron las sillas; la hamaca atada a los árboles acabó en el suelo, y el calzado que había en el porche se empapó de agua. Dentro de la cabaña, que no tenía luz eléctrica, el cristal de los farolillos protegía la llama serena y azulada de las velas, y un profundo y deseado sueño. Y ahora volver y encarar de nuevo las tareas, rodeados de cables por todas partes, pero con la necesidad de seguir encendiendo una vela, como intentando retener un poco más aquél espacio de las vacaciones. Y una programación de Fiestas de la Encina-Centenario de 34 páginas. Un programa de lujo: exposiciones, conciertos, actividades deportivas, cine documental, teatro de calle, bailes, y nada menos que 22 pregoneros. Buceo nocturno en el río Sil, y aprender a hacer puros habanos en la noche berciano-cubana. «Embarrarte», y música y poesía hispano-lusa. El Festival del Centenario, y el III Certamen de Mariachis. Tapas y marisco. Gaitas y Música avanzada. Miguel Bosé y Rosendo. El rock del legal Rosendo, el de Andar por casa, el de Jugar al gua, el de ¡Deja que les diga que no! Si hay que despedirse del verano y de la cabaña en Asturias, que sea con Rosendo. Y con Aurora Beltrán, la de Lujuria , Mis hijos me espían , o La tormenta , cuando era la voz de Tahures Zurdos.