EL RESPLANDOR
La última templariada
A L PRINCIPIO hasta tenía gracia, entender la historia de El Bierzo en clave templaria. Parecía una moda simpática y pasajera, alentada por cierta pseudo literatura truculenta y fácil de digerir; pero ahora el asunto ya se está saliendo de madre. Ya huele. A pesar de que, quienes deberían decir «¡basta!», llevan pinzas en la nariz. Semejante exordio viene a cuento de la última templariada perpetrada; esta vez en el castillo de Cornatel, que, de un tiempo a esta parte, también se ha apuntado al esperpento. Resulta que, como reclamo turístico o vete tú a saber, el pasado fin de semana dio comienzo, en este baluarte próximo a Villavieja, un cursillo para aprender a manejar la espada medieval. De esta manera, y con cuidado de no herirse, los participantes podrán aprender a arrear mandobles, además de conocer las peculiaridades de la vestimenta templaria. ¿Y qué quieren que les diga? Como entretenimiento infantil, no me parece mal; sin embargo, creo que, con la crisis que padecemos, más provechoso sería un cursillo para aprender a pegar sablazos, en vez de mandobles. Lo de Cornatel ha tenido cierto éxito. No sólo niños y niñas, sino mozos y mozas, padres y madres, y algún que otro abuelo ocioso, se han animado a agarrar la tizona y descargarla sobre la figura imaginaria de la nueva maestra, del risueño presidente del Gobierno, del refunfuñón líder de la oposición o del mamarracho del director del banco que le animó a hipotecarse y ahora no regala ni un triste mechero. Tan satisfechos han quedado los organizadores que, junto al manejo de la espada, también se va a enseñar el uso del arco y otras muchas actividades de corte medieval. Incluso se habla de organizar un curso de catapulta, pero en este caso las prácticas no se realizarán en el entorno de Cornatel, sino en La Rosaleda. Creo que ya se están tramitando los permisos. Quien derribe la torre, ese engendro espantoso, un fin de semana gratis en el Parador de Villafranca, que ahora lo van a ampliar y a convertir en un castillo (templario, claro). Desde hace unos años, la cultura templaria lo domina todo en El Bierzo. Acabaremos declarando enclaves templarios a Las Médulas y a Castro Ventosa. ¡Qué romanos ni qué romanas! Los romanos no son más que unos números que quedan muy chic en los relojes horteras, y las romanas son balanzas, para pesar. La colegiata de Villafranca también tiene pinta de templaria, y la térmica de Compostilla. Los templarios se ve que son muy necesarios en estos tiempos que corren, con tanto infiel y tanto descreído como hay.