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JUAN CASTRO (ADMINISTRADOR DE OFICINAS CASTRO S.L.)
León

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EN MI CONOCIMIENTO está presente que la crisis ha llegado a muchas empresas bercianas. Muchas, o la mayor parte de ella, la intentan maquillar con excusas puntuales y que todas saldrán adelante de una forma u otra. Considero inútil ocultar tal situación. Al fin y al cabo todos somos del pueblo que nos vio crecer y ahora posiblemente nos vera caer. ¿Qué quiero decir con ésto? Muy sencillo, que Oficinas Castro, como otras firmas clásicas de esta ciudad, también está en crisis. Una crisis que nos ha obligado hasta a poner en peligro el propio patrimonio personal de los administradores. Nuestros asesors dicen que cojamos las llaves, que cerremos y nos larguemos. ¿Es eso la solución? Viéndolo friamente, posiblemente lo sea. Pero dónde está la moralidad de un empresario. ¿Dónde está el futuro de mis trabajadores? ¿Dónde está el futuro de un autónomo que se puede quedar hasta sin paro? En fin, dónde están esas ayudas que se dieron a diestro y siniestro para salvar empresas que siempre eran deficitarias. Nuestra familia lleva 44 años aportando trabajo, prestigio y sobre todo profesionalidad a la hora de afrontar los proyectos que nos proponíamos. ¿Es justo ahora coger las llaves y marcharse? Con los números; sí la frialdad de los números puestos encima de la mesa, nuestro endeudamiento nos llevaría a cerrar. Pero nunca hemos sido unos cobardes. Y sobre todo queremos seguir viviendo en nuestra ciudad, mirando a la gente a la cara. Sería muy triste ir por la calle agachando la cabeza. Creo que no es así. Lo perderíamos todo, incluso aquel gran patrimonio que en su día nos dejó nuestro fundador, el señor Castro. Pero siempre sabiendo que hemos hecho un gran esfuerzo y lo seguiremos haciendo hasta el final. ¿Es esto justo? Todos sabemos que la justicia parte de parámetros predefinidos y predeterminados. En estos casos aquí no hay moralidad. Van a por ti y ya está. Como administrador de esta empresa, Oficinas Castro S.L., dará la cara hasta el final, lucharé por seguir adelante. No quiero hundirme y rascaré hasta el último resquicio para encontrar esa efímera posibilidad de seguir adelante. Si no lo consigo os pediré disculpas a todos: a mi familia, a mis amigos, a mis clientes, a mis proveedores... En definitiva a toda aquella gente que ha estado a mi lado hasta el final, como han sido mis empleados. ¿Para qué enviar este escrito a cada cliente o proveedor personalmente? Si todo el mundo es noticia en la prensa casi a diario debido a la crisis. Nosotros no queremos ser noticia, sino aprovechar los medios de comunicación para simplemente la «verdad».