Diario de León
Publicado por
FERMÍN LÓPEZ COSTERO
León

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AHORA que la Junta de Castilla y León anuncia que va a estrechar relaciones con Portugal -nunca es tarde si la dicha es buena-, a mí me viene a la mente Miguel Torga. Miguel Torga es un magnífico escritor portugués, uno de los mejores. Precisamente, César Gavela, el escritor ponferradino con el que comparto columna como quien comparte piso, es un gran admirador de Torga y uno de los mayores divulgadores de su figura y su obra. Sin embargo, ¡cuán desconocida nos resulta a los españoles, todavía hoy, la literatura portuguesa! En este aspecto, seguimos viviendo de espaldas a nuestros vecinos. Miguel Torga nació en 1907, en la aldea de S. Martinho de Anta (Sabrosa), en la provincia de Trás-Os-Montes. Vino al mundo en ese territorio literario y taumatúrgico que conforma el noroeste de la Península Ibérica. En realidad, no se llamaba Miguel Torga, sino Adolfo Correia da Rocha. Adoptó el nombre de Miguel por devoción a Cervantes y a Unamuno, y el apellido Torga en recuerdo de una planta silvestre -una especie de urce-, de su tierra. Sus padres, campesinos pobres de solemnidad, pronto lo «recluyeron» en un seminario; pero en 1920, con trece años, embarcó para Brasil, a hacer las Américas trabajando duramente en la hacienda de un tío suyo en Minas Gerais. La aventura, resultó un fracaso, y Torga regresó a su país decidido a estudiar. Así fue como, tras muchas penurias, en 1933 consiguió doctorarse en Medicina -especialidad de Otorrinolaringología- en la Universidad de Coimbra. «Empecé mal y tarde», cuenta el propio Torga. «Cuando otros partían del saber, yo partí del sufrimiento. Ninguna puerta se me abrió sin que tuviera que echarla abajo. Luché contra mí mismo. Una infancia rodada, como pelota a la merced de los puntapiés del mundo». Durante esos años inició también su carrera literaria, y fundó varias revistas ( Presença, Sinal, Manifesto ). Luego, fijó definitivamente su residencia en Coimbra y se casó con André Cabrée, de origen belga y profesora de la universidad de esa ciudad. Reacio a las presiones editoriales, costeó todas las ediciones de sus libros. Gustaba de las ediciones de autor, baratas y de corta tirada; así y todo, en 1941, cuando publicó Contos da Montanha , ya había alcanzado un alto reconocimiento, lo que no le privó, sin embargo, de ir a la cárcel y de sufrir otros castigos por subversión contra el régimen dictatorial de Salazar. Ganador del prestigioso Premio Luis de Camões, fue nominado al Premio Nóbel de Literatura en muchas ocasiones, pero murió sin conseguirlo, en 1995.

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