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| Reportaje | Trabajo y experiencia humana |

Unas vacaciones con la bata y el fonendoscopio a cuestas

Un grupo de 20 alumnos de la escuela de Enfermería pasó las Navidades en los campamentos de refugiados saharauis con el primer programa de cooperación que organiza la ULE

Arriba, algunas alumnas en el Sáhara y, abajo, durante el encuentro de ayer

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León

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ponferrada

«Hubo un accidente de tráfico y la carencia de material es tal que teníamos que partir las gasas en cuatro trozos para poder limpiar, cuando aquí usamos diez gasas para una misma herida». Así explicó Aída González González la carencia de material que existe en los dispensarios de los campamentos de refugiados del Sáhara. Allí, con otros 19 compañeros de la carrera de Enfermería, ha pasado las navidades a través del primer programa de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de León.

Más de 20 días estuvieron estos estudiantes atendiendo a los saharauis, conviviendo con ellos, participando en cursos y aplicando un programa sanitario de Diabetes 2.

Gracias a un convenio con la Junta, los estudiantes de enfermería llevaron al campamento más de 2.500 euros en material sanitario, más todo lo que pudieron meter en sus maletas y por eso la mayoría de ellos viajaron con sobrepeso. Este primer programa del Área de Cooperación al Desarrollo ha contado con un presupuesto de 20.000 euros, en el que se incluyeron las becas de los estudiantes.

A pesar de ser la primera gran actividad de este área, muchos alumnos se quedaron fuera por falta de plazas y tres ingenieros ya han presentado sus propuestas para desarrollar sus proyectos de fin de carrera en países africanos.

Enseñar hábitos higiénicos y alimenticios también formaba parte del trabajo que los estudiantes de enfermería del campus berciano desarrollaron en el Sáhara. El trabajo y las prácticas fueron un atractivo para estos alumnos que sin embargo descubrieron algo más allá de las camillas: «Son muy buen gente y necesitan mucha ayuda, pero no quieren seguir viviendo de la ayuda humanitaria», explicó Aída González en nombre de sus compañeras -”sólo dos chicos fueron a la expedición-” que garantizó que, «aunque no a vivir, regresaría al Sáhara un mes».

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