Alta política

A MEDIDA que pasa el tiempo y se suceden las filtraciones a los medios de comunicación, un número cada vez mayor de sufridos ciudadanos tiene la impresión de que el Gobierno anda a uvas en esto de la crisis y que la oposición, en vez de ganarse al electorado aportando nuevas ideas, se dedica al espionaje interno y a robar a mansalva. Por eso los resultados de esas encuestas que cada cierto tiempo valoran a los políticos españoles, esta vez son los más bajos desde que se realiza este tipo de sondeos. Es decir, que el prestigio de nuestra clase política jamás ha estado tan a ras del suelo como lo está ahora.

Resultan lamentables la apatía y la ineptitud que muestran y demuestran algunos ministros y ministras ante las tristes circunstancias socioeconómicas que vivimos. No me extraña que a la vicepresidenta, Teresa Fernández de la Vega, se le hayan puesto los pelos de punta al ver tanta indolencia y, pegando un puñetazo en la mesa, haya puesto las pilas a los secretarios y subsecretarios de Estado.

Entretanto, a la oposición ya se le ha pasado la borrachera gallega -”¡ya era hora de que Mariano Rajoy se corriese una juerga electoral!-” y ha regresado a la realidad. A la cruda realidad del caso de los anacletos madrileños y a la realidad de los que se lo llevaban crudo en el caso de la correa alemana ésa con la que el juez Garzón quiere correr a cintazos a unos cuantos, por chorizos. Porque, a pesar de todos los efectos teatrales, la justicia sigue su curso.

Pero mientras los socialistas tienen fama de displicentes y de ir cada uno a lo suyo, los populares son más sibilinos y actúan en grupos. En esto de la crisis, el gobierno progresista va tomando medidas al tuntún, confiando en acertar, como están haciendo todos los gobiernos del mundo mundial, a la espera de que el mago Obama dé con la fórmula mágica. Los conservadores, en cambio, prefieren tumbarse a la bartola y esperar a ver pasar por delante de la puerta de su casa el cadáver exquisito de Zapatero.

Los del Partido Popular ahora están eufóricos y tienen mucha ESPERANZA en sus posibilidades. Según parece, sus servicios jurídicos están estudiando la posibilidad de llevar a los tribunales al juez Garzón y al presidente José Luis Rodríguez Zapatero, pues consideran que ambos pueden estar implicados en la muerte del torero «Manolete», en el hundimiento del «Titanic» y en la caída del Imperio Romano. Se trata de ir haciendo tiempo, hasta que Zapatero se desangre. Es evidente que, cuanto peor les vaya a España y a los españoles, mejor les va a ir a ellos.