Diario de León

| Reportaje | Locura colectiva |

El Duque provoca la avalancha

Cientos de fans saltaron el cordón de seguridad para intentar acercarse a Miguel Ángel Silvestre, que tuvo que acceder al pabellón del Toralín fuertemente escoltado

Banderas, con una botella de vino del Bierzo que le regalaron

Banderas, con una botella de vino del Bierzo que le regalaron

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No hay palabras para describir lo que ayer provocó el Duque en Ponferrada. Cientos de fans consiguieron romper el cordón policial para avalanzarse sobre el protagonista de Sin tetas no hay paraíso y llegaron hasta el pabellón del Toralín, recorriendo más de 20 metros sin control. Agolparon a los periodistas sobre el pequeño muro que protege la rampa de acceso por la que entró Miguel Ángel Silvestre escoltado por fuertes medidas de seguridad y por Luis del Olmo y el alcalde Carlos López Riesco, que no se separaron de él.

Se veía venir. El Duque llegó en un vehículo con cristales tintados y varios escoltas. Nada más salir del coche el público se volvió loco. Fue el último en llegar y ni siquiera pudo hacer declaraciones. Todo el gentío le esperaba y el fervor por Antonio Banderas, que también fue uno de los más aclamados y de los primeros en llegar, se quedó en nada en comparación con lo que se produjo con Miguel Ángel Silvestre. Ya lo predijo el periodista Pedro Piqueras que fue muy escueto en sus declaraciones: «No digo nada, no digo nada que viene El Duque».

Antonio Banderas lo dejó bien claro: «El Bierzo es amabilidad». El actor, que al final no estuvo acompañado por su esposa Melanie Griffith, no se plantea de momento ampliar sus negocios vinícolas en el Bierzo, a la espera de ver los resultados de sus bodegas en Cataluña y la ribera del Duero. Muy cercano, Antonio Banderas declaró que no le gustan «las exclusividades» y que lo más bonito «es sentir el cariño de la gente». Con traje y zapatos de ante, el malagueño fue uno de los primeros en llegar a la gala en un coche descapotable, paseando por una ciudad que ya había recorrido haciendo footing por la mañana, momento que aprovechó para ver el castillo, varios museos y dejarse ver, sobre todo, por las ponferradinas, que veían como el actor llevaba a los agentes de policía que le escoltaban «con la lengua fuera».

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