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León

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Silla baja | josé álvarez de Paz

L as monjas de la Anunciada de Villafranca quieren elevar a los altares a María Trinidad Alvarez de Toledo, hija de don Pedro Alvarez de Toledo y Colonna cuya autoridad desafió en Corullón descolgándose por las paredes del castillo, previo soborno a los criados y no paró hasta doblegar la voluntad del padre, que además de consentir que profesara, financió un convento para aquella mujer de mucha determinación, siendo don Pedro individuo de armas tomar, Grande de España, virrey de Nápoles y capitán general de las Galeras. Circulan otras versiones, pero nunca sabremos la verdadera, pues la Historia, contada por encargo de los vencedores desde Covadonga hasta nuestros días, está sembrada de falsificaciones, tan numerosas como los alumnos que suspendieron por no memorizarlas.

Otra beatificación se anuncia estos días, la de Julius Nyerere, de cuya vida y milagros tuve noticia por primera vez junto al lago Victoria. No era posible hablar de desarrollo rural en África sin citar el nombre del padre de la patria de Tanzania, hasta que dejó el poder para dedicarse a la enseñanza. Regresó a casa en bicicleta y declaró: «No he podido vencer a la pobreza».

En política fue un creyente profético que no dudó en practicar métodos autoritarios para hacer realidad su sueño: «Poner dignidad donde había humillación», por eso no tembló al quitar sus tierras a nueve millones de campesinos para obligarles a vivir en aldeas igualitarias, pensamiento que incorporó a la Carta Magna del socialismo africano y que explicó personalmente a Che Guevara cuando le visitó en la casa donde residía lejos de los lujos de tantos sátrapas encumbrados sobre la pobreza de África, fechorías que recogen los 34 informes de la oficina para la represión de la delincuencia financiera de París, año 2007.Baste un ejemplo que da la razón a Sanguinetti cuando dijo que peor que el pecado original son las fotocopias: Teodorín, el hijo del presidente de Guinea Ecuatorial, figura con 15 coches comprados por 5,7 millones. Nada que ver con la estatura moral de Nyerere, a quien no contaminó el poder ni el dinero. No me imagino a la Conferencia episcopal postulando su canonización. No daría el perfil.

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