El gasto social
Silla baja josé álvarez de paz
Me había ilusionado al oír que el Gobierno pensaba endosar la subida de los impuestos a las rentas más altas, pero vemos que el poder de los que más tienen sigue siendo mucho. Dicho lo anterior sin dejar de valorar el esfuerzo del actual Gobierno por abanderar el mantenimiento de la protección social en tiempos de crisis, que no es poco. Viene esta reflexión al hilo de una conversación con alguien dispuesto a convencerme de que Franco fue el mejor socialista, por lo bien que repartió el bienestar entre todos los españoles. Me lo dice a mí, que todavía recuerdo aquellos viajes a Astorga, en las plataformas de los trenes pagando doble y cubiertos de nieve, blanco recuerdo a mi madre, para que en el fielato nos quitaran las magras provisiones.
Tiempos que esta mañana me recordó un guardia civil con la cabeza cuadrada, al agroncarme destemplado por cruzar demasiado lento el paso de cebra. Al amigo nostálgico le prometí una copia del último informe de Eurostat sobre el gasto social en España, tema de mucha actualidad porque algunos bien acomodados insisten en que eso es despilfarro y que hay que seguir adelgazando al Estado.
El gasto público social en España era aproximadamente la mitad del gasto público social del conjunto de los países europeos a la muerte de Franco. Ahora, según revela el informe de Eurostat que algunos periódicos reproducen en parte esta semana, estamos bastante mejor, pero seguimos a la cola de Europa en gasto en pensiones, prestaciones familiares, educación, desempleo y servicios sociales, apoyos que no hecha mucho de menos esa minoría que usa los servicios privados porque puede pagarlos.
El sector energético, por ejemplo el eólico, recibe más ayudas públicas de lo que representa el plan de empleo rural en Extremadura, de la misma manera que el presupuesto del Real Madrid o del Barcelona es superior al de algunos países de África. Porque España no es ahora un país pobre, al punto de que nuestro PIB per cápita ha alcanzado el nivel medio de nuestros socios europeos, mientras el desfase en gasto social con respecto al conjunto de la UE es de 70.000 millones de Euros.