Guardianes de la accesibilidad
Sos alumnos zamoranos de la Universidad Pontificia de Salamanca idean un sistema para marcar barreras arquitectónicas y publicar la información
Rodrigo Olmo y Pedro Palacios se conocen desde niños. Compartieron aula en colegio e instituto y hace cuatro años decidieron abandonar su Zamora natal para matricularse juntos en la facultad de Informática de la Universidad Pontificia de Salamanca (Upsa). A punto de terminar la carrera, el Club de Innovación -creado hace seis años en la institución- les dio la oportunidad de sumar sus talentos «para hacer algo útil por la sociedad». Después de darle vueltas a la idea y desechar algunas ocurrencias «muy superficiales» alumbraron -˜City Bugger-™ (corrector de fallos en la ciudad), una útil herramienta que permite localizar con exactitud barreras arquitectónicas que dificulten el paseo.
El mecanismo es aparentemente sencillo, sobre todo si se participa en él desde un móvil android, plataforma para la que, de momento, se ha concebido la idea. El usuario hace una foto del bordillo, la escalera, el árbol caído, la baldosa resquebrajada o la alcantarilla rota que altera el tránsito. Posteriormente sube la imagen a la web creada por los dos jóvenes zamoranos que, automáticamente, guarda las coordenadas del lugar en el que se encuentra la anomalía y advierte de esa forma al resto de usuarios. Al disponer de forma inmediata de esa propiedad geolocalizadora, City Bugger no se circunscribe a una única ciudad ya que podría señalizar con celeridad cualquier lugar del planeta dónde se produzca una anomalía. Sus creadores, cautos, creen que lo más prudente es, por el momento, circunscribir su idea a territorio español.
El formato del proyecto, explica Pedro, se concibe a modo de red social al tratarse de «una iniciativa colectiva actualizable por la conexión ciudadana» y pretende ayudar a poner de manifiesto, de manera totalmente altruista, las dificultades con las que, día a día, se topan los ciudadanos, padezcan o no una discapacidad. Además, aspira a convertirse en una llamada de atención a la conciencia municipal. El sueño de ambos pasa por que los Ayuntamientos se impliquen hasta el punto de tomar en cuenta las denuncias ciudadanas recogidas en City Bugger para tratar de resolverlas cuanto antes.
Durante los últimos seis meses, estos dos estudiantes de 22 años han dedicado el tiempo libre a perfeccionar su herramienta luchando contra la frustración de los caminos sin salida. En varias ocasiones siguieron rutas erróneas que se vieron obligados a abandonar para volver al principio hasta dar con la programación correcta para echar a andar el localizador de forma óptima. «La fase de ensayo, error y prueba es la base de esto», reconoce Rodrigo, que recuerda orgulloso el momento en el que las cosas, por fin, van saliendo.
Concentrados después de terminar los exámenes hasta el punto de dedicar unas cuantas noches en vela a su retoño informático, todavía recuerdan los momentos de mayor dificultad, al principio, cuando con la idea en la cabeza se tuvieron que enfrentar al papel. Sin embargo, tras arrancar «fue más fácil ir dando pasos».